viernes

Metamorfosis

Señor Juez:



Cuando me desperté el martes pasado, la decisión ya estaba formada dentro de mí, pero aún no lo sabía. Debí esperar para que se manifestara hasta el momento en que tomaba mi ducha matinal para darme cuenta que iba a realizar, en una semana exactamente, el hecho que cambiaría mi vida radicalmente.

Sí.
Tenía planificado transformarme en un ser completamente distinto: me iba a transformar en jirafa.

El primer previsible paso, después de bañarme y desayunar fue por supuesto visitar el zoológico para ir acostumbrándome a mis futuros congéneres y para aprender ciertos movimientos que de seguro iba a necesitar realizar a partir de la metamorfosis.


Entré por la puerta de Plaza Italia, o sea que antes de llegar al predio de las jirafas pasé por una punta de jaulas de otros animales. Debo reconocer que fantaseé con la idea de transformarme en anaconda, quizá influenciado por algunas lecturas juveniles; y que también me fascinaron los elefantes con su gris monumentalidad, pero pude apartarme de estas tentaciones y hete aquí que sigo con el proyecto original: voy a ser la única jirafa libre al sur de la Avenida Rivadavia, que como Ud. sabe, corta el continente en dos, desde casi el Río de la Plata hasta casi el Océano Pacífico.

Estudiar las jirafas me ayudó. Su hermosa piel llena de manchas de tres colores; su cabeza con ese par de cuernos que parecen forrados en terciopelo; su andar garboso, sin prisas; su elegancia para comer...mientras más las miraba más contento estaba con lo que iba a hacer.

Durante toda esta semana repetí la visita al zoológico. Pienso que el cuidador de las jirafas, ese que no deja que le den nada de comer, está sospechando algo. Lógico, me ve todo el santo día apoyado contra la baranda observándolas, o sentado en uno de los bancos almorzando o merendando y charlándoles a la distancia. Quizá crea que me voy a robar alguna. Pero estoy tranquilo. Mientras no haga nada raro, él tampoco puede hacer nada.

Desde hace varios días, para comer me preparo una ensalada de hojas de la mimosa que crece en Borges y Honduras, cosa de ir acostumbrando el paladar a eso que a ellas les gusta tanto. Debo reconocer que los primeros tiempos me sabía a algo incomible, pero al tercer o cuarto día ya podía hasta disfrutar de su aspereza. Creo que ese aspecto de la metamorfosis lo tengo dominado.

Bueno. Tengo que dejar de escribir. Ya son las once de la noche del lunes y dentro de una hora va a comenzar el cambio que mi voluntad ha preparado. Para ese entonces debo estar en algún lugar solitario del sur. Posiblemente vaya a Adrogué o a Burzaco y ocupe alguna de las quintas que, en esta época del año suelen estar vacías. Después de ello dios dirá. Pienso que en algún parque nacional solitario de la Patagonia puedo vivir.

Ruego a la persona que encuentre esta nota que la haga llegar, sin demoras, al Juzgado de turno, para que no se culpe a nadie de mi desaparición. (Que no es tal: me transformaré en la única jirafa libre al sur de...bueno, ya lo expliqué antes).

Gracias.

Atentamente:

Jacinto Finocchio

Antiguo reloj de cuarzo

Al principio, no hubo dudas con la historia, porque siempre Enrique hablaba de la cantidad de generaciones de su familia que habían vivido en el país. También sabíamos que esos italianos, vascos, portugueses y españoles se habían mezclado generosamente con los habitantes originales de esta tierra, de allí sus características físicas pertenecientes a pueblos originarios de las que él se enorgullece.
Por eso cuando preguntaron la hora y Enrique dijo entre apresurado y bromista:
-Pregúntenme la hora a mí, a mí- y sacó de entre sus ropas un reloj de bolsillo dorado, con su caja de acero muy trabajada con firuletes y arabescos, al cual se le abría una de las tapas para mirar la hora, supimos que se venía una historia de aquellas que solía contar sobre sus antepasados..

Y, efectivamente, después de decir la hora, allí nomás, se vino la historia:
-Cuenta la historia familiar –comenzó su relato Enrique- que el coronel Indalecio Roca, hermano del general, participó en la batalla de Cerro Quemado, allá en los límites actuales de las provincias de La Pampa y Neuquén y de la que las malas lenguas dicen que no fue batalla ni participó Roca, sino que fue un encontronazo con algunos indios que andaban por ahí arreando hacienda baguala, mientras el militar se dedicaba a matar guanacos, ñandúes y algún ranquel, por diversión y que fiel a su trayectoria digna de militar argentino, Roca mandó a la soldadesca que hicieran el aguante, mientras él se alejaba un tanto “...para dirigir la batalla desde un punto más propicio a la observación” según el parte de guerra.
Luego de observar el efecto que causaban sus irónicas palabras, continuó:
-Cuando se encontraba poniendo ancas a la escaramuza una lanza pampa se le clavó allí...
Dijo esto último y se quedó haciendo señas como si fuera hijo del penado 14.
-¿Dónde? ¿En el culo?-, intervino Rafa, que hizo un curso por correo para ser transgresor y cree que diciendo palabrotas lo logra.
-...Si, ahí-, dijo Enrique aliviado por no haber dicho él la palabrota, queriendo retomar su relato, pero fue interrumpido por el Gallego que vino hasta la mesa a preguntar que iban a pedir los recién llegados Romina y Carlos.
Pidieron una picada y cuando terminaron de saludar con besos a toda la gente, se habló de intrascendencias demorándonos en ellas a propósito, porque todos notábamos la ansiedad de Enrique por continuar su historia.
-Bueno loco, ¿me dejan seguir? –impaciente preguntó.
-Dale, dale- aplacó un poco la cosa Edu.
-Fue tan poca la suerte de Roca que la lanza se partió y un pedazo de la punta quedó entre sus carnes. Así, herido –más en su honor que en su osamenta- se pasó como tres horas “buscando el lugar de observación” hasta que fue encontrado por unas cautivas que andaban juntando leña y que pertenecían a la toldería del caciquejo Rancul, quien andaba en buenas relaciones con el gobierno.-
Nuevamente el Gallego interrumpió el relato y nuevamente a Enrique le hicimos la broma de no dejarlo hablar por un rato, hasta que elevando la voz, se impuso y siguió.
-Entre estas cautivas estaba la hija de un turco de Realicó, que ya se había aquerenciado hacía tiempo entre los pampas y que le cambió las atenciones para su curación por este reloj al coronel –dijo Enrique mostrándonos de lejos el reloj.
-Esta cautiva –continuó- pasado un tiempito, tuvo un hijo que una vez apaciguadas las tolderías, se hizo milico y terminó sirviendo al país en la guerra contra el Paraguay.
-Y…si –interrumpió Romina- siempre los pobres fueron a la guerra.
-Allí, en las vísperas de la batalla de Cerro Corá –siguió su relato Enrique antes que todos se enfrascaran en la habitual discusión sobre política de las oligarquías- mientras se encontraban velando las armas, este cabo Rancul, nieto del turco de Realicó, que siempre le había envidiado a un cabo su caballo moro, le apostó el reloj heredado de su madre contra el pingo.
Se detuvo el tiempo justo para dar un sorbo a su taza de café que se estaba enfriando desde hacía un rato sobre la mesa sin que Enrique la tocara y arrancó de nuevo:
-El cabo, hijo de vascos se había hecho hombre de a caballo pialando hacienda y era difícil que reculara ante una apuesta. Su pingo y su perro lo habían salvado en más de un entrevero, pero realmente quería tener ese reloj de lujo y se encontraba tan seguro de ganar que aceptó el desafío.
-Como no es la historia de esa partida de truco sino de este reloj, les voy a ahorrar todos los falta envido, trucos queridos o no y la tensión que se produjo entre toda la milicada que miraba cuando quedaron 14 a 14 de las buenas –terminó la idea Enrique, parafraseando a Borges.
-El caso –dijo para finalizar- es que este reloj quedó en manos del sargento Urtizberea, que si alguno no lo sabe, es mi apellido y desde entonces se encuentra en poder de alguno de los Urtizberea descendientes de aquel vasco acriollado, milico, jugador y tatarabuelo mío.
A todo esto, la única que no se desgajaba en oh y ah de admiración era Mary, quien miraba con un poco de sorna a Enrique y a todos los demás. Después de terminada la historia, cuando el reloj pasaba de mano en mano, le preguntó a Enrique:
-¿Che, Enrique, imagino que a tu tatarabuelo, en esa época le resultaría jodidísimo conseguirle pilas?
La sorpresa nos silenció.
Mary continuó.
-Loco –dijo dirigiéndose a todos- ¿no notaron que este chanta les está mostrando un reloj marca “pirulo” made in Taiwan que simula ser antiguo y se inventó esa historieta del indio bueno y del indio malo?
El Gallego que venía trayendo la picada pedida por Romina y Carlos, salvó a Enrique de los migazos que ya estaba recibiendo…pero a condición que esa picada, la pagara él.

Globo de hidrógeno

(Cuento de la serie "Historias de nunca acabar")

Desde Pico Truncado, Provincia de Santa Cruz, Capital Nacional del Hidrógeno, escribo estas líneas que...
-“Pa” ¿que es el hidrógeno?- preguntó "Ella"
-Ufa...me ves que empiezo a trabajar y comenzás a interrumpir -protestó “Pa”.
Cabello negro, tez trigueña, excoriaciones en ambas rodillas flacas por caídas de la bici, remera y bermuda, ojos marrones, dentadura con agujeros por los dientes de leche faltantes, es lo menos parecido a “El Principito” que hay, pero como él, cuando formula una pregunta no la olvida hasta obtener respuesta.
-El hidrógeno es un gas que no tiene olor, color o sabor, que es 14 veces más liviano que el aire...-
-O sea, ¿sirve para inflar globos que vuelen?
-Si -resignado a las interrupciones, respondió "Pa"- pero resultaría peligroso hacerlo porque explota muy fácilmente.

-¡Y para qué sirve entonces?, ¿dónde hay?
-Te decía que es más liviano que el aire y es el elemento más abundante del universo. Más del 99,99% del Universo es hidrógeno. El sol y todas las estrellas son de hidrógeno, algunos planetas, como Saturno y Júpiter también. Ahora, plis, dejame escribir... ¿si?
-¿Por qué Pico Truncado es la Capital Nacional del Hidrógeno si no está ni en Júpiter ni en Saturno- continuó "Ella" con sus preguntas.
-Porque en Pico Truncado se instaló la primera planta experimental de Latinoamérica, para obtener hidrógeno que pueda ser usado como combustible en los autos...-
-¿Combustible?- interrumpió "Ella"
-Si...como “nafta”...y también se puede usar para aumentar el volumen del gas que se usa para las estufas o las cocinas-
-¿Por qué sirve como nafta y como gas el hidrógeno?-
-Porque en presencia de oxígeno y con una chispa, arde, liberando calor, igual que la nafta o el gas de las cocinas, solo que deja agua como residuo, es decir, no contamina como los combustibles fósiles...-
-¿Fó...?-
-...los que derivan del petróleo -se apresuró a aclarar “Pa”.
-La seño nos habló de la crisis del petróleo y de la contaminación -se lució “Ella”- ¿El hidrógeno nos salva de las dos?
-Sí, es una de las salvaciones posibles. Por ahora resulta muy “caro” obtenerlo. Se obtiene a partir de aguas purificadas con filtros especiales y la molécula del agua, que está formada por dos hidrógenos y un oxígeno –“Pa” le mostró un dibujito con tres globitos que quería ser una molécula de agua- para ser “rota” -cruzó con una rayita las uniones de los globitos- en hidrógeno por un lado y oxígeno por el otro, precisa mucha energía...
-¿Más que la que se produce quemando hidrógeno para mover motores? -preguntó “El Escribidor”.
-Si, más -continuó “Pa”- Pero no todo debemos verlo como si fuera un supermercado: “invierto 2 vatios, quiero obtener 3”. A veces es necesario perder para ganar, bebota. Una plaza -ejemplificó “Pa”- no da ganancias en pesos, pero solo a un intendente loco se le ocurriría lotearlas y venderlas.-
Después de un instante siguió:
-En la Patagonia hay mucho viento…fácilmente transformable en energía, que se puede guardar en baterías o usarla para fabricar hidrógeno...se gana en preservación del medio ambiente-
-Bueno, dale, seguí trabajando- dijo “Ella” que había encontrado su muñeca favorita
...escribo estas líneas que me duele escribir, con referencia a la Planta Experimental de hidrógeno, que se inauguró en esta localidad hace dos años, con un costo de 1.000.000 de dólares -pese a que en su inicio, mientras el Dr. Kirchner era gobernador de Santa Cruz, se habían presupuestado 500.000 dólares-, invertidos por la Municipalidad -el pueblo- de Pico Truncado.
Los objetivos que llevaron a su construcción fueron:
• Mover con hidrógeno un vehículo experimental perteneciente a la Municipalidad de Pico Truncado
• Pasar en 2 años, a una etapa preindustrial de producción de hidrógeno y de oxígeno con la adquisición de un electrolizador más potente y compresores que permitan llevar estos gases a una presión de 218 atmósferas.
• En algún momento desarrollar la tecnología necesaria para fabricar motores especialmente diseñados para el uso de hidrógeno como combustible.
-¿Y qué pasó -intervino “Ella”, leyendo sobre el hombro de “Pa”.
-En otras partes del mundo existen autos fabricados para funcionar con hidrógeno -contestó “Pa” resignado-. Acá no. Se optó por reformar uno viejito, un Renault 9, que se transformó en Secreto de Estado, como muchas cosas en la ciudad: los resultados de los análisis del agua, los gastos de la muni que pide desde hace meses el Concejo Delirante, etc.-, terminó “Pa”, siempre muy inclinado a las digresiones.
“Quizá haya que perfeccionar algunos detalles de la inyección -se enroscó en sus pensamientos “Pa”- o jugarse y armar un motor que sea especial para hidrógeno...o comprarlo en algún otro país...o ejercer viveza criolla y “copiar” los planos...no... eso no... sería feíto”.
-¿Y eso que dijiste de etapa pre-no-se-qué? -preguntó “Ella” interrumpiendo los pensamientos de “Pa”.
-Pasar a la etapa pre-in-dus-trial -marcó bien la palabra “Pa”- significa comprar otras máquinas más potentes para separar el hidrógeno del oxígeno…electrolizadores se llaman. Ahora hay uno pequeño que, encima, no funciona bien porque tiene partes dañadas. O sea, cuando viene alguna autoridad a visitar la Planta, hay que salir a comprar hidrógeno por ahí, para poder mover el auto-
-Pero... ¿por qué?...¿no hay técnicos trabajando?-
-Si que los hay -sonrió satisfecho ante esa pregunta “Pa”- y de muy buen nivel...y con un compromiso real para llevar adelante todo, pero...
-Como dice “Ma”, “siempre hay un pero”. ¿Me dejás adivinar?: ¡No les pagan! -nuevamente quiso lucirse “Ella”.
-Exacto -reconoció “Pa”- La Provincia gira todos los meses 70.000 pesos para los sueldos a la muni, la muni se los entrega a la Asociación Argentina del Hidrógeno, que es la encargada de pagar los sueldos, “la patronal” digamos...pero los técnicos no cobran-
“Pa” iba a continuar escribiendo cuando dirigió en voz alta sus pensamientos a “Ella”, que sorprendida mientras maquillaba su muñeca, apenas prestó atención.
-En alguna parte de ese trayecto, se atrasa o se pierde el dinero de los sueldos. Hasta el mes pasado cobraban con atraso. En noviembre, estamos a 20 y aún no vieron un peso.
“Ella”, al parecer ajena al mundo, siguió maquillando su muñeca.
-Hace unos días distribuyeron, los técnicos, a los medios de comunicación una nota donde dicen esto y señalan que cada día están más lejanos los objetivos que al construir la Planta, se plantearon- continuó “Pa”, dirigiéndose al Escribidor de este cuento y a su vieja Olivetti.
-Les pagan en negro, los hacen pasar por monotributistas -ahora no lo para nadie a “Pa”, que embalado en su indignación, comienza a hablar sin importarle que nadie lo escuche, salvo el Escribidor, por supuesto, porque es su obligación: alguien debe escribir este cuento.
-Los técnicos aceptaron ser monotributistas por dos meses, con la promesa de pasar a ser empleados en regla, como corresponde a un emprendimiento de esta envergadura -seguía “Pa” dándole a la lengua- pero ya llevan más de dos años así, pese a tener que cumplir horario, pese a que reciben órdenes...es decir son empleados como cualquier dependiente de tienda, solo que especiales.
“Ella” cada tanto lo mira sin decir nada, mientras maquilla a su muñeca. El Escribidor, escribe a cinco manos por el apuro.
-Tampoco la Asociación Argentina del Hidrógeno repuso a los técnicos que cansados del manoseo y de sentir que estaban al pedo...estaban sin hacer nada, digo, renunciaron- se corrigió “Pa” al presentir el reproche de “Ella” por la palabrota.
-¿Quienes son la Asociación Argentina del Hidrógeno -saltó “Ella” haciendo caso omiso del exabrupto de “Pa”- ya los nombraste dos veces.
-Es una asociación con sede en Bariloche, que no se sabe bien por qué causas, quedó a cargo de la Planta. En estos momentos su presidente Hugo Misantrovic está paseando por...
-Ufa, a esta Olivetti le funciona mal el teclado y escribe cualquier cosa -intervino el Escribidor- espéreme un segundo que corrijo-
-...está dictando conferencias y perfeccionándose por China y muy probablemente buscando inversiones “para la Planta”. Es algo que viene haciendo desde hace un par de años- terminó “Pa”.
-¿Y quién le paga los pasajes?- quiso saber “Ella”.
-Sin dudas, nosotros, los contribuyentes, también los técnicos con sus sueldos no cobrados...y de algún otro chanchullo también saldrá algún dinerillo- dijo “Pa”, mientras notaba una mirada admonitoria en el Escribidor.
-Claro. Según dicen siempre vos y “Ma” -intervino “Ella” citando estas fuentes incontrovertibles- no va a ser el primero que se enriquezca y pasea por el mundo usando la plata que es del pueblo...-
-Shh nena -interrumpió el Escribidor- No digas eso que me comprometés y después me hacen juicio.
Y dirigiéndose a “Pa” agregó:
-Señor... ¿puede intervenir para que “Ella” no diga cosas que van a conseguir que este cuento no lo quiera publicar nadie?-
-Ud., señor, limítese a escribir con su Olivetti lo que decimos, esta es una charla privada entre un padre y su hija- y mirando con asquito a la máquina, agregó- A propósito, podría traer algo más moderno la próxima vez...¿no?
¡Bien dicho “Pa!- exclamó “Ella”, no se sabe si burlándose de la máquina vieja o sosteniendo lo de que esto es una conversación privada entre padre e hija, dirigiéndose al Escribidor que murmuraba por lo bajo algo relacionado con lo poco que le pagan por este trabajo.
-Bien dicho “Pa”- repitió “Ma”, que en ese momento cerraba la puerta de casa, volviendo de la carnicería.
-”Pa”, ¿y la muni, que hace?
-La muni de Pico Truncado dice que la planta es responsabilidad de la Asociación, pese a que en las últimas elecciones presentó su inauguración como un logro de esta administración reelecta...que en realidad lo fue, pero al tratarse de un proyecto de tal magnitud, entiendo que debiera preocuparse más.
-”Pa”, contame más de los científicos.
-Algunos de ellos ya renunciaron -dijo “Pa”, sentían y sienten que estar al estar al… en vano equis cantidad de horas en la planta es un despropósito, algo que los rebaja. De los que quedan muchos piensan igual, pero insisten en seguir peleándola para sacar adelante la planta -espetó de corrido “Pa”- También hay algunos que cobran y jamás fueron vistos por la Planta, salvo en las visitas de autoridades -musitó después de un significativo silencio “Pa”.
-¡Los ñoquis!- casi gritó “Ella”.
-¡Nena!- reprochó el Escribidor.
-Si, la historia de siempre -dijo “Pa” ignorando la intervención del Escribidor- También hay personas en Pico Truncado, que sin trabajar en la Planta, la sienten como propia -lo es- y están preocupados por lo que sucede en ella. Apoyan la lucha de los técnicos porque se sienten legítimamente orgullosos con este proyecto, que en definitiva pagamos todos.
“Pa” decía esto último mientras caminaba hacia la cocina para espiar qué estaba empezando a cocinar “Ma” para el almuerzo. “Ella”, al verse sola con el Escribidor, aprovechó para burlarse sacándole la lengua.
Satisfecho con su inspección, “Pa” volvió de la cocina con un trozo de pan embebido en tuco y continuó diciendo:
-Truncado también tiene una escuela de nivel terciario donde se capacita a los jóvenes para el desarrollo y utilización de las energías alternativas. Antes del fin de curso de este año vamos a ir a verlos para que nos cuenten de qué se trata. ¿Sí?, ahora sigamos con el hidrógeno.
-Sí. Me parece que el hidrógeno se está calentando- intervino “Ma” desde la cocina.
-¿Qué- preguntó “Pa” intrigado.
-Después te cuento la idea que se me cruzó mientras leía artículos viejos en tus archivos- respondió “Ma”- seguí ahora con “Ella”.
-Te decía -retomó “Pa”, dirigiéndose a “Ella”, quien había comenzado a desvestir la muñeca maquillada y por ende le prestaba poca atención- que para los truncadenses la Planta es un orgullo y por eso quieren, en su mayoría, que siga adelante.
Sin prestar atención al Escribidor, que le hacía señas, continuó
-Vos sabes que en el parque eólico hay cuatro molinos que nos dan buena parte de “la luz”...-
“Pa” se interrumpió y dirigiéndose al Escribidor del cuento -que aún cada tanto seguía haciendo señas -, le dijo:
-Oiga, si lo pone entre comillas, digo “energía”, no “la luz”. ¿A qué se deben tantas señas que hace, señor?
-Necesito ir al baño, señor.
-Vaya y vuelva rapidito que el almuerzo está casi listo- autorizó “Pa”.
El Escribidor fue y regresó en menos de dos minutos
-Gracias- dijo secamente mientras se sentaba junto a su máquina nuevamente.
-Te decía -insistió “Pa” hablando con “Ella” que aún trajinaba con su muñeca- que del parque eólico, Pico Truncado obtiene el 30% de la energía que consume.
Y mirando al Escribidor le preguntó:
-¿Le parece bien dicho así, señor Escribidor?-
El Escribidor, molesto, optó por volver a ser solamente una oreja que escucha y dos manos que escriben para terminar pronto: su hora de almuerzo había pasado hacía bastante.
-Esa energía -continuó “Pa”- también abastece la Planta y si encima contamos con hidrógeno barato para reemplazar parte de la nafta y el gas domiciliario...¡salvados!- se entusiasmó.
Imprimiendo un tono más confidencial a su voz continuó:
-Pero también hay quienes malician un negociado. Se cuentan algunas cosas feas que esta gente de la Asociación hizo en Necochea...y vos sabés que cuando el río suena...
-Hidrógeno dos, oxígeno lleva -concluyó la frase “Ma” desde la cocina, ante la evidente cara de disgusto del Escribidor, quien ya se imagina acosado por un par de sicarios “del poder”; que le van a menudear palos sobro su lomo de escriba.
-Si, hidrógeno dos, oxígeno lleva -aceptó “Pa” agregando- Esperemos que sean solo habladurías. Pero aún así deberían ser investigadas por las autoridades, porque de ser cierto lo que se habla sobre Necochea, significa que el pueblo de Pico Truncado y de Santa Cruz en general, corre el riesgo de ser defraudado por un grupejo que sólo busca su beneficio personal a toda costa.
-A propósito de “a toda costa” -dijo “Ma” abandonando la cocina- Te dije que estuve leyendo algunos artículos en tus archivos y me detuve especialmente en lo sucedido hace años en Río Tercero, donde para ocultar una venta ilegal de armas, hicieron volar un arsenal del ejército que mató personas y destruyó buena parte del pueblo.
Apretándose contra “Pa”, continuó, ante el evidente disgusto del Escribidor, a quien oprimir cada tecla de su Olivetti parecía costarle lo mismo que mover una pirámide egipcia, continuó diciendo:
-Esa fue la idea que se me cruzó: en Río Tercero, para intentar tapar todos los negociados, no hesitaron en hacer casi volar todo el pueblo y...
-¡Cruz diablo señora!- gritó el Escribidor mientras se ponía de pié de un salto, haciendo caer su Olivetti de la pequeña mesa en que estaba trabajando.
-¡Cruz diablo!- repitió. Y negándose totalmente a continuar escribiendo, se marchó a las apuradas de esa casa a ver si encontraba antes del fin de su horario de trabajo, otra casa donde se hablara de historias que no lo comprometieran a él. Que se yo, algo que tuviera que ver con paisajes y ríos y lagos patagónicos, con lunas y estrellas (¡ojo!, estrellas que no tengan hidrógeno).
(Cualquier parecido con la realidad...no es casualidad. Y ya lo asevera la cosmogonía hotentote/diaguito/lusitana: “Las historias que no son contadas, tienen el mal hábito de concretarse como realidades”...y ésta, como acabamos de ver, jamás fue terminada de escribir porque el Escribidor se fue enojado de la casa de “Ellos”).



miércoles

El vestido

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...Quizá presintió que morirse de a poco no le iba a convenir...y recibió las dos perdigonadas en la espalda casi en un solo sacudón...
¿De dónde venían?: nunca lo supo
¿Quién disparó?: una fracción de eternidad antes de morir posiblemente lo intuyó,...pero no pudo saber que estaba errado porque antes de confirmarlo solo fue carne muerta tirada en el callejón.
Había bebido toda la tarde el vino espeso y pendenciero del quilombo mientras jugueteaba con su reloj y los pechos de una galleguita devenida a puta en la isla maciel y en barrendera del salón cuando los clientes no aparecían....en un tiempo supo ser la preferida del Américo...pero ahora ya eso pasó, ahora era una más de las que trabajaban para él, una más del montón.

¿Para que privarse de tomar el vino entrador y pendenciero del quilombo?...total....era casi el dueño...la mayoría de las pupilas le tenían que rendir su parte a él...¿Para que estar fresco pudiendo estar mamado..?,¿para que preocuparse de la calor o de la inundación...?
................(2)......................
Buscaba a su niña..., ella era maestra en el Dock. El Américo la vió entrar decidida buscando a su niña de ella...a su niña más querida. En realidad era su alumna, pero le gustaba llamarlos sus hijos....
Le habían comentado que el Américo la convenció después de enamorarla con bagatelas...
El Américo le vino con la historia de que precisaba unos pesos para casarse con ella...que iba a ser solo un tiempo...que como la fábrica había cerrado...solo quedaba ese trabajo.....que no le gustaba que su novia, la futura madre de sus hijos lo hiciera, pero era solo un tiempo...después se iban a mudar al sur...allá donde las distancias ponen olvidos en cada acción mala que pudimos cometer....allá donde el olvido se iba a transformar en amor del Americo hacia ella..
-Si mi amor...¿de dónde vas a sacar la plata para ayudarme a que compremos las cosas para casarnos y mudarnos al sur?. La tejeduría cerró y plata pal bondi para que trabajes de sierva en la recoleta no tenemos.
Puta.....si...pero no puta por la diversión o para comprarse algunas pilchas como las que ve en las revistas
Puta por ayudar a su amado, al Américo, a su amor
El Américo necesitaba dinero para poder casarse con ella...ella por un tiempito (¿lo mediría con el reloj del Américo?)...solo por un tiempito...hasta que la fábrica reabriera...bueno...era solo por amor.
Y ahí llego la señorita Amalia con su vestido manchado por el polvo del pizarrón...vino a buscar a su niña...a su niña mejor, la más querida...la que se hizo puta por amor.
...................(3)....................

El Américo la prepoteó de entrada nomás:
-Doña, vuélvase a su escuela que este no es lugar pa´una dama como usté...- dijo simulando respeto
-A no ser que quiera dejar de serlo- añadió con sorna
-Me vengo a llevar a Martha-, dijo...y había decisión en las palabras de la maestrita del Dock.
-Y que no! andate de acá-
-Quíteme las manos de encima, ladrón de pacotilla, cafisho..-, comienza a aparecer el temor.
-Ya que viniste hasta el quilombo, vas a aprender como tratamos a las damas acá...maestrita del Dock-
Y las risas...
Y el empujón para el amoblado del fondo...
Y un "ayudenme, por favor" mezclado con vanos intentos de defenderse, que nadie escucha porque el Américo es el patrón del barrio, el que más minas tiene trabajando para él, el que se ufana de algunas muertes con sabor al metal de su facón.
Pero no...no es tan así...alguien se compadeció de la maestrita y avisó a la policía...quiza la galleguita, harta de ser barrendera y prestar sus pechos al manoseo de ese cabrón...si...quizá ella...pero nunca se supo quien...alguien o algo...o nadie...o todos...o solo el rumor del viento...o las aguas negras y barrosas de la inundación...
Algo se compadeció de la maestra que venía por su niña más querida...por su alumna mejor.

....................(5)...................

Golpes y violación en el amueblado.
Puñetazos.
Gritos de dolor.
El vestido que resistió hasta ese tirón.
Cayeron las defensas.
Silencios en las miradas que gritan:
"-Mi niña, ayudame mi niña, que vine por vos-"
Otros ojos que silenciosos responden con respeto y temor: "-Maestra, yo lo amo...se hubiera quedado usté con el pizarrón y yo con el Américo, lo amo maestra, entiendalo-"
Otro ruego silencioso
"-Mi niña...mi niña más querida, ayudame, por favor..., me está matando-"
Un grito:
-No hubiera venido maestra, es bueno y me quiere...yo me quedo, maestra...vuélvase en cuanto pueda a su pizarrón-

....................................................

Silbatos y ruidos de cascos por el empedrado de la isla...
-Rajate Americo, que viene los taqueros, rajate-
-Levantate reventada, levantate que no te pegue como pa´que te mueras, levantate y volá de acá-
Nada...
Nada...solo unos ojos muertos aun pidiendo ayuda a su niña...por favor.
Ojos muertos de asco...
Ojos muertos de pena...
Ojos muertos de dolor.
Ojos muertos de abstinencia de tiza y de pizarrón

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-Ponete el vestido de esa yegua y rajá por el fondo Americo....la mataste cabrón..-
Es la voz de la madama que lo apura a escapar
.....................(6)...................

-Todavía se corre la voz por la Isla Maciel que fueron dos perdigonadas disparadas por un traidor, alguien que de seguro odiaba al Americo.-
-Hoy te cuento, ¡pero cuidadito, eh!...te lo digo solo a vos: fueron el mirar celoso de dos ojos de niña, que mientras disparaban muerte, irradiaban amor...-

Estrellas

(A MODO DE EXPLICACIÓN: Cuando tenía alrededor de 52 años, me encontré por las calles de Caballito a quien fuera mi noviecita cuando ambos teníamos 14 años. No nos veíamos desde hacía más de 35 años. Ella me reconoció, yo jamás podría haberlo hecho, pese a que hacía unos días apenas me había estado preguntando qué habrá sido de ella. En cambio sentí tal shock que apenas llegué a mi casa me puse a escribir de un tirón, lo que sin correcciones está a continuación. Se que un escritor, salvo que escriba su autobiografía, no debe ser autobiográfico, pero bueno, aquí está)

De las noches que pasamos en vela atendiendo el pausado transcurrir de las estrellas sobre el negro manto del cielo, no se tienen registros en los archivos de los hombres.

Distinto sucede con esas mismas estrellas que mucho recuerdan habernos visto ya sea en el frio glacial del invierno como disfrutando de ellas en la suavidad de la primavera.

Si se tuviera en cuenta el tiempo pasado mirando cielos diversos para medir el desarrollo de nuestros desvelos, éstos alcanzarían niveles universales. Nos hemos despertado entumecidos por el duro suelo y doloridos por los guijarros sueltos en innumerables ocasiones, hemos temblado de frío en incontables otoños; espantamos mosquitos hasta que ya cansados de hacerlo, los dejamos hartarse a destajo, con nuestra sangre en aquellas noches de veranos en que la pesadez del clima presagiaba inminentes tormentas.

Las estrellas son testigos de todo ello y de mucho más. No quiero relatar la noche en que abrazados y enamorados del cielo, caímos en la cuenta repentinamente en que también estábamos enamorados de nosotros -uno del otro- y el amor nos llevó a amarnos bajo nuestras queridas y, afortunadamente, imperturbables amigas.

La infatigable búsqueda de supuestos viajeros de otros planetas también nos consumió abundantes horas nocturnas, porque pensábamos que un amor tan grande como el nuestro, debía tener necesariamente su imagen especular en los confines del universo y ansiábamos conocer a nuestros pares del otro lado del cielo.

Dudo que haya alguien que al levantar la vista en una noche estrellada y detenerse a mirar no se pregunte ¿quién hizo todo eso?, ¿dónde termina?, ¿por qué estamos acá?

Me cuesta concebir que una persona, al menos una vez en su vida, mirando el cielo nocturno no se haya hecho las preguntas elementales: ¿qué somos?; ¿de dónde venimos?; ¿dónde partiremos?...aunque después se haya sumergido nuevamente en la vorágine de la vida y se haya olvidado de las estrellas, las preguntas y sus ansias de saber...

Hoy se supone que somos más inteligentes, despiertos y avisados que hace, por ejemplo, 20 mil años. Pero fueron los hombres de entonces - y los anteriores- que iniciaron con sus dudas y temores todo lo que hoy llamamos saber y que no es más que la natural curiosidad que cobijamos desde el día que por primera vez alguien -un pitecántropo, un neardenthal- levantó la vista y se quedó entre sorprendido e hipnotizado con el espectáculo que las estrellas le brindaron.

Cuando se le pasó ese estupor inicial, y si ya tenía, por el momento cubiertos sus necesidades básicas (comida, abrigo,...), seguramente se preguntó ¿que es todo eso?, ¿qué hace allá arriba?, ¿quién lo había puesto y para qué? y quizá, ¿qué provecho podría él sacar de todo eso?, ya sea pidiéndole protección o consuelo.

Nosotros, amantes descendientes directos de aquellos amantes eternos, simplemente nos extasiábamos viéndolas y le pedíamos que sean discretas con nuestras cuitas y desmesuras amatorias.

El Tren

El tren hace su peregrinación desde siempre. Nunca nadie pudo decir con certeza cuál fue su lugar de origen, aunque casi todos los que lo ocupaban (por no decir todos), hacen sesudas especulaciones sobre él.

De más está decir que cada uno de los viajeros cree saber cuál es el destino, pero como hay tantos pasajeros y había habido -en el transcurso de las edades- muchísimos más, este destino manifiesto siempre desató impresionantes campañas, batallas y guerras para imponer la verdad de cada sector sobre las mentiras del otro.

Durante décadas se supo, fehacientemente, que el lugar de destino era tal o cual y después de algunas batallas, se estableció que antes habían estado equivocados y que en realidad el destino es otro, a veces diametralmente opuesto.


Incluso, hubo algunas épocas en que se formaron corrientes de librepensadores que decían que el lugar de llegada no era lo importante, sino que el proyecto consiste simplemente en disfrutar del viaje, observar el paisaje y llegado el momento, disolverse en la nada de las vías pasadas, algo que por supuesto aquellos que sabemos la verdad rechazamos como una burda herejía.

Huelga decir que siempre hubo diferentes categorías de pasajeros. Estan los que viajan cómodamente sentados y aquellos que deben soportar todo el viaje de pie, pero en el preciso momento en que sucedió lo que vamos a relatar, se había logrado una especie de equilibrio y no había grandes movimientos precursores de ésta o de aquella otra doctrina ni grandes diferencias de comodidades.

La mayoría de los nuevos viajeros, casi no perdían tiempo en especulaciones, pero tampoco se dedicaban a extasiarse con los paisajes. Es más algunos ya creían que habían llegado al destino final, o que este se encontraba muy próximo y que por ende casi nada importaba.
Pero cada tanto, surgía un innovador que abandonaba la posición en la cual se encontraba (parado o cómodamente sentado) y, digamos por ejemplo, se sentaba en el piso. Esto provocaba en el resto de los pasajeros cercanos a él la conmoción que ocasionan las actitudes distintas a las normales.

Se iniciaban discusiones sobre lo revolucionario que era esa nueva postura, sobre las connotaciones que podría llevar implícito ese acto (buenas o malas, ya dijimos que había muchos pasajeros y muchas opiniones diversas), e incluso surgían algunos otros que lo imitaban. Cuando ya los imitadores no eran muchos y se vislumbraba que la cosa no daba para más; que las supuestas implicancias (buenas o malas) no eran significantes para nada y algunos de los imitadores comenzaban a volver a sus lugares, aparecía alguien más “osado” que el anterior y, por ejemplo, se acostaba sobre el piso.

Entre los previsibles oh... y ah... de admiración y de reprobación, por supuesto la historia volvía a repetirse y hete aquí que nuevamente se iniciaban las discusiones y los corrillos y aparecían los admiradores y, finalmente todo se diluía en la nada y cuando eso estaba por suceder, a algún otro se le ocurría sentarse o acostarse en el portaequipajes o salir del vagón hacia el pasillo que lo conecta con el siguiente o el anterior y proclamar que con ello se lograba la finalidad que se había buscado al iniciarse el eterno viaje o que eso era lo verdaderamente definitivo que llevaría a hacer conocer cuál era el punto de llegada. Pero finalmente todo terminaba apagándose en la apatía general, incluso de quienes habían promovido el movimiento.

Cierto día a uno de estos reformistas se le ocurrió instalarse en el techo, del lado de afuera del vagón y muchos, muchísimos de los pasajeros creyeron que eso era el summum e imperó durante cierto tiempo la moda de permitirse viajar en el techo, a la intemperie, digamos una especie de vuelta a la naturaleza.

Y suponemos que la cosa iba a seguir así por el resto del viaje, hasta que llegó aquel otro loco, aquel visionario que decidió que lo realmente novedoso era arrojarse del tren, era terminar el viaje donde cada uno quisiera. Por supuesto, la idea prendió en amplísimos sectores de pasajeros y éstos, alegremente, comenzaron a arrojarse del tren, pero dado la velocidad que el convoy llevaba, muy pocos sobrevivían a la caída (hubo encuestas diferentes. Algunas llevaban esa cifra a 1 de cada 68 otras a 1 de cada 2.376, nosotros preferimos pensar 1 en 100. Es una cifra más prolija)

Creemos -queremos creer- que quizá, con algunos millones de kilómetros más de viaje, a alguno de los que se tiró del tren y sobrevivió (uno solo entre cien), se le ocurrió que el destino no está en llegar a algún lado, sino solamente en viajar en forma consciente de lo que uno está haciendo -sea lo que sea- e intentó subirse nuevamente al tren.

Según encuestas y datos que tenemos guardados, uno entre 300 lo intentará. Y de éstos uno entre 5000 lo va a conseguir. Y cuando lo hagan, muy pocos de ellos, quizá uno o dos entre varios millones, no se sienta tan superior al resto del pasaje como para comenzar a predicar que él tiene la verdad, la única verdad que es necesario conocer para comprender la finalidad única y absoluta del viaje.

Ese hombre que un día se arrojó del tren, sobrevivió, volvió a subirse al tren nuevamente sobreviviendo al intento; ese hombre que es uno entre varios millones (o miles de millones, todavía no hemos hecho el cálculo), que es mucho más sabio que los demás (aparte de gozar de una buena suerte estupenda), cuando se encontró nuevamente en su vagón, sencillamente volvió a ocupar el puesto que anteriormente tenía, que si bien era el mismo puesto, él en su interior ya no era ni podría ser el mismo nunca jamás.

Y eso le valía.

Cuento Rojo

En la fábrica



Soñamos con ser torre y desde el punto más alto de la ciudad espiar hacia las dos inmensidades que nos rodean: al oriente, el desierto, salvaje, ardiente, rojo, insalvable; y hacia el occidente al mar, que se expande fresco, verde, tumultuoso, infinito.

Sabemos que algún día lo haremos...Sabemos que es nuestro destino.

Lo supimos desde nuestra dolorosa creación, que fue un verdadero parto.

Primero las yeguas –efímeros molinos de tracción a sangre- nos pisotearon para mezclar el barro primordial del cual estamos formados con la paja que nos alimentó y nos fortaleció.

Luego Rosa y su esposo Jacinto moldearon prolijamente a cientos de nosotros y nos dejaron endurecer bajo el ardiente sol de la llanura.

Fuimos, finalmente, purificados por el fuego -robado a las entrañas de ese sol- en un templo de barro construido sobre nosotros que Rosa y Jacinto llamaron “Horno”.

Con este bautismo de fuego nos hicimos más duros, más secos, un poco más diferenciados unos de otros (no mucho, convengamos) y adquirimos este deseado tono rojizo que queremos lucir, orgullosos, en la cima de la ciudad.

Hoy cuando nos vengan a buscar en un camión vamos a dar otro paso hacia nuestro glorioso destino de contemplación de coloridos amaneceres y desgarradores ocasos.

Conque uno solo de los diez mil que somos, esté expuesto a esa gloria, la gloria se transmitirá a todos nosotros, así seamos parte de un sótano.

Estamos trémulos de emoción.



En el corralón

-Che Julio. Andá al horno de Jacinto a buscar esos diez mil ladrillos que terminó de cocinar la otra semana y lleváselos urgente al molino de Sandivar que tiene un pedido de polvo para unas canchas de tenis. ¡Apurate che que los quiere mañana!