martes

 Autoretrato

¡Uy...qué difícil va a ser esto!


Debo realizar un acto de magia y en pocos segundos comenzar a transformar esta página en blanco en un espejo y tenerlo listo para el taller literario de Mariano este jueves.

¡Pero si ni siquiera sé en qué tipo de espejo hay que convertirla!

¿Aquel común, sin biselado que descaradamente imita cada uno de mis gestos y duplica cada parte de mi anatomía?

Ese es el espejo que desde siempre conozco y en el que siempre rehúyo verme.

Dios no puso belleza ni en mi cara, ni en mis cabellos ni en mi cuerpo. Este último carente de músculos donde debiera ser generoso en ellos, excedido en grasas donde tendría que estar delgado y doblado donde se lo supondría enhiesto.

¡No!

Debo reconocer que a este tipo de espejos lo uso solo para lo indispensable: peinarme, lavarme los dientes, apretarme los barritos...y soy consciente que a veces exagero en mi afán por no ser retratado en ellos.

Más vale no malgastar mis escasas energías en hacer de esta hoja un duplicador de imágenes. Ellos no me proporcionan ningún placer y además puedo ir a comprar uno en cualquier vidriería por tres pesos.

Entonces... quizá... un espejo que muestre mis sentimientos, mis virtudes (y mis defectos).

Para mi conveniencia lo haría curvo, como los de los parques de diversiones y las ferias de gitanos.

Pero no todo curvado parejo.

¡No!

A mano izquierda sería convexo y a mano derecha cóncavo.

La parte izquierda mostraría agrandados, exageradamente agrandados, mis virtudes y mis buenos sentimientos -los que se albergan del lado del corazón- y así, por ejemplo, podría llamarla a ella y decirle:

"-Mirá, pero mirá que grande es lo que siento por vos".

Pero del otro lado, el lado de amarrocar guita, el de pelearme con el vecino, el de insultar de pies a cabeza al tarado que cruza su auto delante del mío, como es cóncavo, todo eso se va a ver chiquito, como dobladito para adentro y con pocas ganas de salir a hacer de las suyas.

También se magnificarían o achicarían (en ese espejo):

MI SOCIABILIDAD              Mi timidez

MI VALENTÍA                       Mi ira

MI LEALTAD                         Mi pereza

MI TOLERANCIA                  Mi glotonería

MI CABALLEROSIDAD        Mi machismo

MI LABORIOSIDAD             Mi negativismo



Aunque pensándolo bien, sería muy trabajoso ir por la vida con semejante espejo para mostrarle al mundo mis sentimientos tal y cual como NO son.

Y aparte de trabajoso, me vería monstruoso, una especie de Quasimodo moral con cosas ficticias sobresaliendo por acá y otras tratando de ocultarse por allá.

Prefiero admitir que a veces amo menos de lo deseable y otras veces puteo más que lo justificable.

¿Un espejo que muestre mi alma, tal vez?

¡No!

Mi pobre alma tan avasallada por mis recurrentes e irredentos pecados solo debe ser exhibida ante el Creador y pedirle a Él que se apiade de ella.

No creo que Él me dé bola en esto de pedirle piedad…Va a apuntar Su Soberano Pulgar hacia el suelo y mientras me mira furibundo, va a decir “subsuelo” y allá va a ir mi afligida alma al asador. Prefiero que por ahora se mantenga alejada de la mirada de los demás, pobrecita mi alma.

Uno que muestre mi inteligencia está absolutamente descartado, sería un espejito microscópico, o sea nadie vería siquiera al espejo.

Esto se pone peor.

A medida que más ahondo, más difícil se hace todo.

¿Quién fue el idiota que dijo "Conócete a ti mismo"?

Me parece que lo mejor va a ser agarrar a Mariano el jueves y decirle:

-Che Mariano, eso de hacer un autorretrato, a mí, me resulta complicadísimo. ¿No preferís que te lea el poema de amor que escribí para engancharme minitas? Dale, si este es un taller literario, no un consultorio psicológico.

Yo creo que el tipo va a agarrar viaje, total ¿a quién le interesa saber cómo me veo a mi mismo? (a mi no).


jueves

Los Duendes de Olvido





Los duendes del olvido son unos seres pequeños -muy pequeños- quienes hace como 260 años fueron infestados por el Virus J5-H7-U7 que modificó totalmente sus hábitos, especialmente sus hábitos alimenticios.
Este virus les provocó, entre otras cosas, un insaciable apetito que solo puede ser satisfecho si devoran los más dolorosos e intensos recuerdos ajenos.
Hasta aquel entonces, hace 260 años, los duendes habitaban en los agujeros de los árboles o en cuevas pequeñas que se arracimaban en las laderas de las más bellas montañas de cualquier lugar del mundo, lejos de los hombres y de haber seguido así, hubieran pasado inadvertidos para los estudiosos de la conducta humana, animal y duendal.
Hoy -pobres- por necesidad, se han hecho habitantes urbanos y sobreviven a duras penas malamente protegidos por los carteles de coca cola o de propaganda del gobierno y mientras intentan no ser devorados por las ratas, los perros, las hormigas y los gatos, con sus enormes y desorbitados ojos amarillos buscan esperanzados cada noche su alimento.
Este alimento, como lo señalé más arriba, consiste en los recuerdos ajenos, especialmente los recuerdos nocturnos, aquellos que desvelan a tantas personas que aunque no lo declaren, sospechamos que están sufriendo.
Los ojos abiertos en la oscuridad de una habitación de alguien que enamorado, ha sido abandonado por su amor; de alguien que necesitado, ha sido despedido de su trabajo, ejercen la fuerza combinada de todos los vientos del mundo sobre la duendidad de los duendes del olvido.
Llegan desde muy lejos. Algunos relatos hablan -aunque, bueno... ¿cómo comprobarlo? ¿no?- de duendes del olvido que atravesaron nevadas cadenas montañosas, procelosos océanos, casi impenetrables selvas y desolados desiertos durante días, para llegar hasta donde ellos descubrieron que está su alimento, porque así lo señalan, como un faro en la oscuridad más negra, un par de ojos pesarosos, que durante las noches permanecen abiertos.
Una vez llegados hasta allí, en esa habitación llena de recuerdos, con provisión de alimento abundante, engordan, se hacen perezosos, y siendo tan buenos amantes como lo son, se reproducen hasta el absurdo, mientras, por supuesto, devoran implacablemente, uno a uno todos los densos recuerdos del anfitrión.
Éste, generalmente no se da cuenta de la presencia de los duendes del olvido en su habitación, en su casa; pero sí nota que noche a noche, despertar a despertar, sus males de amores, sus recuerdos, ya no lo tienen tanto tiempo desvelado.
Nota que sus lágrimas son más aguadas; es decir, no tienen tantos condimentos; nota que ya no considera tan preciosos los besos que intenta revivir; nota que esas manos que añora, ya no acarician -en sus recuerdos- como al principio, cuando estaban hechas de la más suave seda de Benarés; nota que aquel trabajo del cual fue despedido, en realidad no era tan buena cosa…
Nota, en definitiva que los duendes del olvido están devorando todos sus recuerdos, dejándole el tan ansiado bálsamo del olvido… y por supuesto, lo adjudica al tiempo, ese que suponemos tan buen amigo…ese que suponemos nos alivia de todos los males.
Como dijimos antes, los duendes del olvido, con alimento suficiente, se reproducen en una escala imposible de imaginar para quienes no hayan estudiado sus hábitos y si bien son pequeños...muy pequeños, logran degradar los recuerdos más intensos en un lapso relativamente breve, nunca las 500 noches con las que se regodea en su dolor un poeta y cantor andaluz (exagerado, como todo andaluz).
Hay que considerar que si los duendes del olvido no acaban con su alimento en menos tiempo que esas 500 noches y se marchan en busca de otras lágrimas más suculentas, su tasa de reproducción -elevadísima-, llegaría a tal punto que infestarían de olvido hasta los actos más cotidianos de nuestros días...
Por ejemplo, olvidaríamos qué colectivo tomar para ir al trabajo...
Olvidaríamos el número de teléfono de nuestros amores de repuesto...
Olvidaríamos qué ruta agarrar para llegar hasta la base del Truncado…
Olvidaríamos quienes son nuestros mejores amigos...
Y quienes nuestros más acérrimos enemigos...
Nos olvidaríamos de comer...de abrigarnos cuando hace frío…
De leer…
De hacernos el amor....de mimarnos...de disfrutar
¡No! ¡Sería un desastre!
Nos pasaría eso que nuestras tías solteronas llamaban “morir de amor”.
Gracias a dios, esos recuerdos enormes y dolorosos, que nos desvelan, nunca duran con la intensidad necesaria para llegar a ser su alimento durante 500 noches, como lo afirma Sabina en su canción.
…Gracias a dios.

miércoles

El verdadero fin

La tarde se prolongaba en el canto de los grillos y en los destellos rojizos de un sol sumergido hace tiempo en el mar verde que llamamos la pampa.
Al almacén y pulpería del gallego Recabarren todavía no comenzaban a llegar los parroquianos habituales, aquellos que una vez terminada la jornada dura y siempre igual, se acercaban a sentirse un poco acompañados, beberse unas grapas y escuchar alguna que otra historia de las que saben rondar por estos confines y que sin que ellos lo sospechen, son las mismas que se escuchan en las sierras o en la intrincada selva del norte, donde habitan los gaúchos, como a sí mismos se llaman los brasileños de a caballo.
-Vea señor, mi padrino le habrá contado a su manera la historia del gaucho y el moreno, pero así como
ahora se lo ve, él, pobrecito, supo estar mucho peor-dijo el mocito señalando hacia la cortina que cerraba la vista hacia la otra habitación del almacén.

-Si señor. –continuó después de una breve pausa- Casi ni hablar podía por aquel entonces, cuando hacía poco le había dado el ataque que lo dejó tullido en la cama, y viera usted, la fiebre, le hacía decir cosas que a veces no eran reales.

Quien así se dirigía a un forastero que hacía varios días andaba por la zona comprando cueros para el galpón acopiador -que decía tener por Luján- era un mozo de unos 19 años, con clara ascendencia española, alto, delgado y medio bizco, vestido con camisa blanca a rayas verticales y bombacha bataraza, llamado Nahuel, dependiente del almacén del gallego desde antes que éste se quedara postrado por una hemiplejía.

La historia que relataba el muchacho ya había sido repetida una infinidad de veces, y quizá también se había visto enriquecida y mutilada en cada ocasión en que fue contada.

El día que sucedió aquello de lo que hablaba Nahuel, Recabarren se encontraba tendido en su catre mirando en apariencia a través de los barrotes de la ventana. Estaba así desde que el ataque lo había tumbado. Ahora, gracias -o a pesar- de los trabajos de una curandera medio india, medio inglesa había recuperado un poco la movilidad de sus miembros superiores y adquirido un hablar gangoso y áspero a la vez con el que en contadas ocasiones, se dirigía a alguno de los parroquianos, generalmente para relatarles la historia que estaba por relatar su ahijado (o hijo, según maliciaban algunos) o al menos, su versión de los hechos.

-Es cierto lo de la llegada del moreno, que con sus jactancias de cantor desafió a todos a un contrapunto hasta que un payador de La Matanza que andaba por acá con un rodeo, le aceptó el reto y le ganó. -continuó Nahuel-. Si señor. También es cierto que a partir de esta derrota el negro no cantó más y se pasó los días solitario en la pulpería desgajando un eterno acorde, monótono y desafinado, como quien está esperando la llegada de alguien a quien ya hace tiempo se acostumbró a esperar.

En torno al almacén, la noche, ya avanzada, era clara y limpia. Las estrellas se duplicaban en los charcos dejados por la lluvia que hasta ese mediodía había caído devastadora. Después de servir otro trago para un parroquiano que también lo escuchaba, continuó diciendo:

-El gaucho, con su poncho oscuro y su caballo moro, vino desde el poniente, sin apuro, como presagiando lo que estaba a punto de suceder. Después de refrescar su caballo no lo ató al palenque de la pulpería, sino que lo dejó libre para que pastara y se puso a mirar como iba creciendo la faja de oscuridad desde el este. De repente, se dirigió hacia el interior, deteniéndose en la puerta el tiempo necesario para encontrar -o reconocer- al moreno, que era el único que se encontraba en el almacén, aparte de mi padrino y de mi mismo.

Esto último fue dicho como para remarcar que cualquiera otro que contara la historia, necesariamente la sabía por él, dado que Recabarren por su enfermedad, no contaba como relator veraz.

Ya aclarado este punto, dijo:

-Bebieron y charlaron con el moreno de cosas que aparentemente no le interesaban a ninguno de los dos, o que querían hacer creer que no le interesaban y que solo eran un formalismo a modo de saludo que ambos se ofrecían, hasta que llegó un momento en que, como si alguien les hubiera dado una orden, apuraron los tragos que estaban bebiendo y salieron hacia el patio.

Aquí el cencerro con el cual Recabarren llamaba al muchacho cada vez que necesitaba alguna cosa, volvió a interrumpir el relato, obligando al mozo a dirigirse a atender su reclamo en la pieza posterior, lo cual hizo prestamente, como para evitar que alguno de los parroquianos se le adelantara en la narración del final de la historia.

Cuando retornó, había llegado al almacén otro paisano a quien le sirvió una ginebra sacada de un porrón blanco de cerámica, que a partir de ese momento ya no volvería a su lugar en el estante situado atrás del mostrador.

-Lo que pasó después -continuó- no es como se le contó mi padrino, señor. Y vea usted que no es por mentiroso ni por maldad que así lo hizo, sino que la fiebre que le daba por ese entonces todas las tardes le hacía ver cosas que no sucedían de verdad. Y aún hoy día sigue convencido de que lo que él relata es lo que realmente ocurrió con esos dos -dijo señalando hacia afuera con la cabeza, como si los estuviera mirando-. Pero verá que no es así.

Habiendo creado el clima de expectativa apropiado, el mozo se despachó con su versión de la historia.

-Yo no sé si como dice haber escuchado mi padrino, esos cristianos salieron a matarse porque el moreno quería vengar la muerte de su hermano ocurrida en un baile hacía como siete años atrás. Eso no lo sé. Lo cierto es que ambos iban enrollando los ponchos en el brazo izquierdo y se veían dispuestos a sacar cada uno su facón, aunque entre ellos no se notara ni odio ni desconfianza, sino solo una especia de cansada resignación, como si la pelea y la muerte de uno de los dos, también fuera otro formalismo que debía cumplirse...que no pudiera evitarse. Y estaban saliendo cuando la partida que venía persiguiendo al gaucho desde hacía muchas leguas les cayó encima, ahí, en la puerta de la pulpería nomás.

Al decir esto, señaló hacia la puerta como si la mera existencia de ésta diera prueba de la veracidad de sus dichos. El forastero que se encontraba escuchándolo se volvió a mirarla mientras los dos parroquianos, conocedores del hecho, asentían con su cabeza, como si ellos hubieran estado presentes en la ocasión.

-Creo que en mi vida volveré a ver tanta bravura como la que ese día vi en los dos hombres. _dijo Nahuel mientras le servía otra ginebra al recién llegado.

-Mucho trabajo les llevó a los de la partida acabar con ambos y eso que los superaban lejos en número y en armas. –continuó-. Sonaron varios disparos y se repartieron sablazos a troche y moche. Y así y todo, cinco milicos quedaron hocicando para no levantarse más y otros tres se fueron con heridas tan fieras que deben haberlos llevado al camposanto.

Señalando con su índice hacía un montículo apenas distinguible del resto de la llanura, sobre el cual vacilaba una rústica cruz de palo, empobrecida con un ramo de flores de trapo, dijo:

-Eso que se ve allá es la tumba de los dos. Del gaucho y del moreno. No los metimos en el mismo pozo por ahorrarnos trabajo. No señor. Si como usted podrá apreciar, no le faltan flores a los cristianos. Lo que sucedió es que nos pareció bien que esos dos valientes que murieron defendiéndose espalda contra espalda, aún cuando ya no conseguían mantenerse en pie, descansaran juntos, como hermanos que fueron en la hora final.

A todo esto, la pulpería comenzaba a adquirir su fisonomía habitual de las noches y el relato debió interrumpirse en varias oportunidades para que el mocito pudiera atender a los clientes que se venían arrimando al mostrador.

Uno de éstos, de aspecto aindiado y taciturno, fue el que le recomendó que no olvidara lo del cambio de nombres, para que la historia fuera completa.

Molesto por la intrusión del extraño, continuó su relato, pero ahora dándole a su voz y a su actitud un tono de misterio casi supersticioso.

-Eso fue algo raro, señor. En los días en que el moreno se lo pasó esperando al gaucho, nos dijo que su nombre era Dionisio Ribeiro da Silva, pero cuando la pelea estaba llegando a su fin y el negro, con muchas heridas, no se aguantó más de pie, el gaucho, que después supimos se llamaba Martín Eustaquio Fierro, era oriundo de Tapalqué y andaba siendo buscado por desertor y por haber hecho finado a un puntero político en los pagos de Luján y a otro más en Morón, gritó:

-"...fuerza don Tadeo, no me vaya a aflojar ahora hermano Cruz...", como si estuviera confundiendo al moreno con otra persona, a esa tarde con otro tiempo y a esa batalla con otra pelea contra la misma autoridad...

viernes

Metamorfosis

Señor Juez:



Cuando me desperté el martes pasado, la decisión ya estaba formada dentro de mí, pero aún no lo sabía. Debí esperar para que se manifestara hasta el momento en que tomaba mi ducha matinal para darme cuenta que iba a realizar, en una semana exactamente, el hecho que cambiaría mi vida radicalmente.

Sí.
Tenía planificado transformarme en un ser completamente distinto: me iba a transformar en jirafa.

El primer previsible paso, después de bañarme y desayunar fue por supuesto visitar el zoológico para ir acostumbrándome a mis futuros congéneres y para aprender ciertos movimientos que de seguro iba a necesitar realizar a partir de la metamorfosis.


Entré por la puerta de Plaza Italia, o sea que antes de llegar al predio de las jirafas pasé por una punta de jaulas de otros animales. Debo reconocer que fantaseé con la idea de transformarme en anaconda, quizá influenciado por algunas lecturas juveniles; y que también me fascinaron los elefantes con su gris monumentalidad, pero pude apartarme de estas tentaciones y hete aquí que sigo con el proyecto original: voy a ser la única jirafa libre al sur de la Avenida Rivadavia, que como Ud. sabe, corta el continente en dos, desde casi el Río de la Plata hasta casi el Océano Pacífico.

Estudiar las jirafas me ayudó. Su hermosa piel llena de manchas de tres colores; su cabeza con ese par de cuernos que parecen forrados en terciopelo; su andar garboso, sin prisas; su elegancia para comer...mientras más las miraba más contento estaba con lo que iba a hacer.

Durante toda esta semana repetí la visita al zoológico. Pienso que el cuidador de las jirafas, ese que no deja que le den nada de comer, está sospechando algo. Lógico, me ve todo el santo día apoyado contra la baranda observándolas, o sentado en uno de los bancos almorzando o merendando y charlándoles a la distancia. Quizá crea que me voy a robar alguna. Pero estoy tranquilo. Mientras no haga nada raro, él tampoco puede hacer nada.

Desde hace varios días, para comer me preparo una ensalada de hojas de la mimosa que crece en Borges y Honduras, cosa de ir acostumbrando el paladar a eso que a ellas les gusta tanto. Debo reconocer que los primeros tiempos me sabía a algo incomible, pero al tercer o cuarto día ya podía hasta disfrutar de su aspereza. Creo que ese aspecto de la metamorfosis lo tengo dominado.

Bueno. Tengo que dejar de escribir. Ya son las once de la noche del lunes y dentro de una hora va a comenzar el cambio que mi voluntad ha preparado. Para ese entonces debo estar en algún lugar solitario del sur. Posiblemente vaya a Adrogué o a Burzaco y ocupe alguna de las quintas que, en esta época del año suelen estar vacías. Después de ello dios dirá. Pienso que en algún parque nacional solitario de la Patagonia puedo vivir.

Ruego a la persona que encuentre esta nota que la haga llegar, sin demoras, al Juzgado de turno, para que no se culpe a nadie de mi desaparición. (Que no es tal: me transformaré en la única jirafa libre al sur de...bueno, ya lo expliqué antes).

Gracias.

Atentamente:

Jacinto Finocchio

Antiguo reloj de cuarzo

Al principio, no hubo dudas con la historia, porque siempre Enrique hablaba de la cantidad de generaciones de su familia que habían vivido en el país. También sabíamos que esos italianos, vascos, portugueses y españoles se habían mezclado generosamente con los habitantes originales de esta tierra, de allí sus características físicas pertenecientes a pueblos originarios de las que él se enorgullece.
Por eso cuando preguntaron la hora y Enrique dijo entre apresurado y bromista:
-Pregúntenme la hora a mí, a mí- y sacó de entre sus ropas un reloj de bolsillo dorado, con su caja de acero muy trabajada con firuletes y arabescos, al cual se le abría una de las tapas para mirar la hora, supimos que se venía una historia de aquellas que solía contar sobre sus antepasados..

Y, efectivamente, después de decir la hora, allí nomás, se vino la historia:
-Cuenta la historia familiar –comenzó su relato Enrique- que el coronel Indalecio Roca, hermano del general, participó en la batalla de Cerro Quemado, allá en los límites actuales de las provincias de La Pampa y Neuquén y de la que las malas lenguas dicen que no fue batalla ni participó Roca, sino que fue un encontronazo con algunos indios que andaban por ahí arreando hacienda baguala, mientras el militar se dedicaba a matar guanacos, ñandúes y algún ranquel, por diversión y que fiel a su trayectoria digna de militar argentino, Roca mandó a la soldadesca que hicieran el aguante, mientras él se alejaba un tanto “...para dirigir la batalla desde un punto más propicio a la observación” según el parte de guerra.
Luego de observar el efecto que causaban sus irónicas palabras, continuó:
-Cuando se encontraba poniendo ancas a la escaramuza una lanza pampa se le clavó allí...
Dijo esto último y se quedó haciendo señas como si fuera hijo del penado 14.
-¿Dónde? ¿En el culo?-, intervino Rafa, que hizo un curso por correo para ser transgresor y cree que diciendo palabrotas lo logra.
-...Si, ahí-, dijo Enrique aliviado por no haber dicho él la palabrota, queriendo retomar su relato, pero fue interrumpido por el Gallego que vino hasta la mesa a preguntar que iban a pedir los recién llegados Romina y Carlos.
Pidieron una picada y cuando terminaron de saludar con besos a toda la gente, se habló de intrascendencias demorándonos en ellas a propósito, porque todos notábamos la ansiedad de Enrique por continuar su historia.
-Bueno loco, ¿me dejan seguir? –impaciente preguntó.
-Dale, dale- aplacó un poco la cosa Edu.
-Fue tan poca la suerte de Roca que la lanza se partió y un pedazo de la punta quedó entre sus carnes. Así, herido –más en su honor que en su osamenta- se pasó como tres horas “buscando el lugar de observación” hasta que fue encontrado por unas cautivas que andaban juntando leña y que pertenecían a la toldería del caciquejo Rancul, quien andaba en buenas relaciones con el gobierno.-
Nuevamente el Gallego interrumpió el relato y nuevamente a Enrique le hicimos la broma de no dejarlo hablar por un rato, hasta que elevando la voz, se impuso y siguió.
-Entre estas cautivas estaba la hija de un turco de Realicó, que ya se había aquerenciado hacía tiempo entre los pampas y que le cambió las atenciones para su curación por este reloj al coronel –dijo Enrique mostrándonos de lejos el reloj.
-Esta cautiva –continuó- pasado un tiempito, tuvo un hijo que una vez apaciguadas las tolderías, se hizo milico y terminó sirviendo al país en la guerra contra el Paraguay.
-Y…si –interrumpió Romina- siempre los pobres fueron a la guerra.
-Allí, en las vísperas de la batalla de Cerro Corá –siguió su relato Enrique antes que todos se enfrascaran en la habitual discusión sobre política de las oligarquías- mientras se encontraban velando las armas, este cabo Rancul, nieto del turco de Realicó, que siempre le había envidiado a un cabo su caballo moro, le apostó el reloj heredado de su madre contra el pingo.
Se detuvo el tiempo justo para dar un sorbo a su taza de café que se estaba enfriando desde hacía un rato sobre la mesa sin que Enrique la tocara y arrancó de nuevo:
-El cabo, hijo de vascos se había hecho hombre de a caballo pialando hacienda y era difícil que reculara ante una apuesta. Su pingo y su perro lo habían salvado en más de un entrevero, pero realmente quería tener ese reloj de lujo y se encontraba tan seguro de ganar que aceptó el desafío.
-Como no es la historia de esa partida de truco sino de este reloj, les voy a ahorrar todos los falta envido, trucos queridos o no y la tensión que se produjo entre toda la milicada que miraba cuando quedaron 14 a 14 de las buenas –terminó la idea Enrique, parafraseando a Borges.
-El caso –dijo para finalizar- es que este reloj quedó en manos del sargento Urtizberea, que si alguno no lo sabe, es mi apellido y desde entonces se encuentra en poder de alguno de los Urtizberea descendientes de aquel vasco acriollado, milico, jugador y tatarabuelo mío.
A todo esto, la única que no se desgajaba en oh y ah de admiración era Mary, quien miraba con un poco de sorna a Enrique y a todos los demás. Después de terminada la historia, cuando el reloj pasaba de mano en mano, le preguntó a Enrique:
-¿Che, Enrique, imagino que a tu tatarabuelo, en esa época le resultaría jodidísimo conseguirle pilas?
La sorpresa nos silenció.
Mary continuó.
-Loco –dijo dirigiéndose a todos- ¿no notaron que este chanta les está mostrando un reloj marca “pirulo” made in Taiwan que simula ser antiguo y se inventó esa historieta del indio bueno y del indio malo?
El Gallego que venía trayendo la picada pedida por Romina y Carlos, salvó a Enrique de los migazos que ya estaba recibiendo…pero a condición que esa picada, la pagara él.

Globo de hidrógeno

(Cuento de la serie "Historias de nunca acabar")

Desde Pico Truncado, Provincia de Santa Cruz, Capital Nacional del Hidrógeno, escribo estas líneas que...
-“Pa” ¿que es el hidrógeno?- preguntó "Ella"
-Ufa...me ves que empiezo a trabajar y comenzás a interrumpir -protestó “Pa”.
Cabello negro, tez trigueña, excoriaciones en ambas rodillas flacas por caídas de la bici, remera y bermuda, ojos marrones, dentadura con agujeros por los dientes de leche faltantes, es lo menos parecido a “El Principito” que hay, pero como él, cuando formula una pregunta no la olvida hasta obtener respuesta.
-El hidrógeno es un gas que no tiene olor, color o sabor, que es 14 veces más liviano que el aire...-
-O sea, ¿sirve para inflar globos que vuelen?
-Si -resignado a las interrupciones, respondió "Pa"- pero resultaría peligroso hacerlo porque explota muy fácilmente.

-¡Y para qué sirve entonces?, ¿dónde hay?
-Te decía que es más liviano que el aire y es el elemento más abundante del universo. Más del 99,99% del Universo es hidrógeno. El sol y todas las estrellas son de hidrógeno, algunos planetas, como Saturno y Júpiter también. Ahora, plis, dejame escribir... ¿si?
-¿Por qué Pico Truncado es la Capital Nacional del Hidrógeno si no está ni en Júpiter ni en Saturno- continuó "Ella" con sus preguntas.
-Porque en Pico Truncado se instaló la primera planta experimental de Latinoamérica, para obtener hidrógeno que pueda ser usado como combustible en los autos...-
-¿Combustible?- interrumpió "Ella"
-Si...como “nafta”...y también se puede usar para aumentar el volumen del gas que se usa para las estufas o las cocinas-
-¿Por qué sirve como nafta y como gas el hidrógeno?-
-Porque en presencia de oxígeno y con una chispa, arde, liberando calor, igual que la nafta o el gas de las cocinas, solo que deja agua como residuo, es decir, no contamina como los combustibles fósiles...-
-¿Fó...?-
-...los que derivan del petróleo -se apresuró a aclarar “Pa”.
-La seño nos habló de la crisis del petróleo y de la contaminación -se lució “Ella”- ¿El hidrógeno nos salva de las dos?
-Sí, es una de las salvaciones posibles. Por ahora resulta muy “caro” obtenerlo. Se obtiene a partir de aguas purificadas con filtros especiales y la molécula del agua, que está formada por dos hidrógenos y un oxígeno –“Pa” le mostró un dibujito con tres globitos que quería ser una molécula de agua- para ser “rota” -cruzó con una rayita las uniones de los globitos- en hidrógeno por un lado y oxígeno por el otro, precisa mucha energía...
-¿Más que la que se produce quemando hidrógeno para mover motores? -preguntó “El Escribidor”.
-Si, más -continuó “Pa”- Pero no todo debemos verlo como si fuera un supermercado: “invierto 2 vatios, quiero obtener 3”. A veces es necesario perder para ganar, bebota. Una plaza -ejemplificó “Pa”- no da ganancias en pesos, pero solo a un intendente loco se le ocurriría lotearlas y venderlas.-
Después de un instante siguió:
-En la Patagonia hay mucho viento…fácilmente transformable en energía, que se puede guardar en baterías o usarla para fabricar hidrógeno...se gana en preservación del medio ambiente-
-Bueno, dale, seguí trabajando- dijo “Ella” que había encontrado su muñeca favorita
...escribo estas líneas que me duele escribir, con referencia a la Planta Experimental de hidrógeno, que se inauguró en esta localidad hace dos años, con un costo de 1.000.000 de dólares -pese a que en su inicio, mientras el Dr. Kirchner era gobernador de Santa Cruz, se habían presupuestado 500.000 dólares-, invertidos por la Municipalidad -el pueblo- de Pico Truncado.
Los objetivos que llevaron a su construcción fueron:
• Mover con hidrógeno un vehículo experimental perteneciente a la Municipalidad de Pico Truncado
• Pasar en 2 años, a una etapa preindustrial de producción de hidrógeno y de oxígeno con la adquisición de un electrolizador más potente y compresores que permitan llevar estos gases a una presión de 218 atmósferas.
• En algún momento desarrollar la tecnología necesaria para fabricar motores especialmente diseñados para el uso de hidrógeno como combustible.
-¿Y qué pasó -intervino “Ella”, leyendo sobre el hombro de “Pa”.
-En otras partes del mundo existen autos fabricados para funcionar con hidrógeno -contestó “Pa” resignado-. Acá no. Se optó por reformar uno viejito, un Renault 9, que se transformó en Secreto de Estado, como muchas cosas en la ciudad: los resultados de los análisis del agua, los gastos de la muni que pide desde hace meses el Concejo Delirante, etc.-, terminó “Pa”, siempre muy inclinado a las digresiones.
“Quizá haya que perfeccionar algunos detalles de la inyección -se enroscó en sus pensamientos “Pa”- o jugarse y armar un motor que sea especial para hidrógeno...o comprarlo en algún otro país...o ejercer viveza criolla y “copiar” los planos...no... eso no... sería feíto”.
-¿Y eso que dijiste de etapa pre-no-se-qué? -preguntó “Ella” interrumpiendo los pensamientos de “Pa”.
-Pasar a la etapa pre-in-dus-trial -marcó bien la palabra “Pa”- significa comprar otras máquinas más potentes para separar el hidrógeno del oxígeno…electrolizadores se llaman. Ahora hay uno pequeño que, encima, no funciona bien porque tiene partes dañadas. O sea, cuando viene alguna autoridad a visitar la Planta, hay que salir a comprar hidrógeno por ahí, para poder mover el auto-
-Pero... ¿por qué?...¿no hay técnicos trabajando?-
-Si que los hay -sonrió satisfecho ante esa pregunta “Pa”- y de muy buen nivel...y con un compromiso real para llevar adelante todo, pero...
-Como dice “Ma”, “siempre hay un pero”. ¿Me dejás adivinar?: ¡No les pagan! -nuevamente quiso lucirse “Ella”.
-Exacto -reconoció “Pa”- La Provincia gira todos los meses 70.000 pesos para los sueldos a la muni, la muni se los entrega a la Asociación Argentina del Hidrógeno, que es la encargada de pagar los sueldos, “la patronal” digamos...pero los técnicos no cobran-
“Pa” iba a continuar escribiendo cuando dirigió en voz alta sus pensamientos a “Ella”, que sorprendida mientras maquillaba su muñeca, apenas prestó atención.
-En alguna parte de ese trayecto, se atrasa o se pierde el dinero de los sueldos. Hasta el mes pasado cobraban con atraso. En noviembre, estamos a 20 y aún no vieron un peso.
“Ella”, al parecer ajena al mundo, siguió maquillando su muñeca.
-Hace unos días distribuyeron, los técnicos, a los medios de comunicación una nota donde dicen esto y señalan que cada día están más lejanos los objetivos que al construir la Planta, se plantearon- continuó “Pa”, dirigiéndose al Escribidor de este cuento y a su vieja Olivetti.
-Les pagan en negro, los hacen pasar por monotributistas -ahora no lo para nadie a “Pa”, que embalado en su indignación, comienza a hablar sin importarle que nadie lo escuche, salvo el Escribidor, por supuesto, porque es su obligación: alguien debe escribir este cuento.
-Los técnicos aceptaron ser monotributistas por dos meses, con la promesa de pasar a ser empleados en regla, como corresponde a un emprendimiento de esta envergadura -seguía “Pa” dándole a la lengua- pero ya llevan más de dos años así, pese a tener que cumplir horario, pese a que reciben órdenes...es decir son empleados como cualquier dependiente de tienda, solo que especiales.
“Ella” cada tanto lo mira sin decir nada, mientras maquilla a su muñeca. El Escribidor, escribe a cinco manos por el apuro.
-Tampoco la Asociación Argentina del Hidrógeno repuso a los técnicos que cansados del manoseo y de sentir que estaban al pedo...estaban sin hacer nada, digo, renunciaron- se corrigió “Pa” al presentir el reproche de “Ella” por la palabrota.
-¿Quienes son la Asociación Argentina del Hidrógeno -saltó “Ella” haciendo caso omiso del exabrupto de “Pa”- ya los nombraste dos veces.
-Es una asociación con sede en Bariloche, que no se sabe bien por qué causas, quedó a cargo de la Planta. En estos momentos su presidente Hugo Misantrovic está paseando por...
-Ufa, a esta Olivetti le funciona mal el teclado y escribe cualquier cosa -intervino el Escribidor- espéreme un segundo que corrijo-
-...está dictando conferencias y perfeccionándose por China y muy probablemente buscando inversiones “para la Planta”. Es algo que viene haciendo desde hace un par de años- terminó “Pa”.
-¿Y quién le paga los pasajes?- quiso saber “Ella”.
-Sin dudas, nosotros, los contribuyentes, también los técnicos con sus sueldos no cobrados...y de algún otro chanchullo también saldrá algún dinerillo- dijo “Pa”, mientras notaba una mirada admonitoria en el Escribidor.
-Claro. Según dicen siempre vos y “Ma” -intervino “Ella” citando estas fuentes incontrovertibles- no va a ser el primero que se enriquezca y pasea por el mundo usando la plata que es del pueblo...-
-Shh nena -interrumpió el Escribidor- No digas eso que me comprometés y después me hacen juicio.
Y dirigiéndose a “Pa” agregó:
-Señor... ¿puede intervenir para que “Ella” no diga cosas que van a conseguir que este cuento no lo quiera publicar nadie?-
-Ud., señor, limítese a escribir con su Olivetti lo que decimos, esta es una charla privada entre un padre y su hija- y mirando con asquito a la máquina, agregó- A propósito, podría traer algo más moderno la próxima vez...¿no?
¡Bien dicho “Pa!- exclamó “Ella”, no se sabe si burlándose de la máquina vieja o sosteniendo lo de que esto es una conversación privada entre padre e hija, dirigiéndose al Escribidor que murmuraba por lo bajo algo relacionado con lo poco que le pagan por este trabajo.
-Bien dicho “Pa”- repitió “Ma”, que en ese momento cerraba la puerta de casa, volviendo de la carnicería.
-”Pa”, ¿y la muni, que hace?
-La muni de Pico Truncado dice que la planta es responsabilidad de la Asociación, pese a que en las últimas elecciones presentó su inauguración como un logro de esta administración reelecta...que en realidad lo fue, pero al tratarse de un proyecto de tal magnitud, entiendo que debiera preocuparse más.
-”Pa”, contame más de los científicos.
-Algunos de ellos ya renunciaron -dijo “Pa”, sentían y sienten que estar al estar al… en vano equis cantidad de horas en la planta es un despropósito, algo que los rebaja. De los que quedan muchos piensan igual, pero insisten en seguir peleándola para sacar adelante la planta -espetó de corrido “Pa”- También hay algunos que cobran y jamás fueron vistos por la Planta, salvo en las visitas de autoridades -musitó después de un significativo silencio “Pa”.
-¡Los ñoquis!- casi gritó “Ella”.
-¡Nena!- reprochó el Escribidor.
-Si, la historia de siempre -dijo “Pa” ignorando la intervención del Escribidor- También hay personas en Pico Truncado, que sin trabajar en la Planta, la sienten como propia -lo es- y están preocupados por lo que sucede en ella. Apoyan la lucha de los técnicos porque se sienten legítimamente orgullosos con este proyecto, que en definitiva pagamos todos.
“Pa” decía esto último mientras caminaba hacia la cocina para espiar qué estaba empezando a cocinar “Ma” para el almuerzo. “Ella”, al verse sola con el Escribidor, aprovechó para burlarse sacándole la lengua.
Satisfecho con su inspección, “Pa” volvió de la cocina con un trozo de pan embebido en tuco y continuó diciendo:
-Truncado también tiene una escuela de nivel terciario donde se capacita a los jóvenes para el desarrollo y utilización de las energías alternativas. Antes del fin de curso de este año vamos a ir a verlos para que nos cuenten de qué se trata. ¿Sí?, ahora sigamos con el hidrógeno.
-Sí. Me parece que el hidrógeno se está calentando- intervino “Ma” desde la cocina.
-¿Qué- preguntó “Pa” intrigado.
-Después te cuento la idea que se me cruzó mientras leía artículos viejos en tus archivos- respondió “Ma”- seguí ahora con “Ella”.
-Te decía -retomó “Pa”, dirigiéndose a “Ella”, quien había comenzado a desvestir la muñeca maquillada y por ende le prestaba poca atención- que para los truncadenses la Planta es un orgullo y por eso quieren, en su mayoría, que siga adelante.
Sin prestar atención al Escribidor, que le hacía señas, continuó
-Vos sabes que en el parque eólico hay cuatro molinos que nos dan buena parte de “la luz”...-
“Pa” se interrumpió y dirigiéndose al Escribidor del cuento -que aún cada tanto seguía haciendo señas -, le dijo:
-Oiga, si lo pone entre comillas, digo “energía”, no “la luz”. ¿A qué se deben tantas señas que hace, señor?
-Necesito ir al baño, señor.
-Vaya y vuelva rapidito que el almuerzo está casi listo- autorizó “Pa”.
El Escribidor fue y regresó en menos de dos minutos
-Gracias- dijo secamente mientras se sentaba junto a su máquina nuevamente.
-Te decía -insistió “Pa” hablando con “Ella” que aún trajinaba con su muñeca- que del parque eólico, Pico Truncado obtiene el 30% de la energía que consume.
Y mirando al Escribidor le preguntó:
-¿Le parece bien dicho así, señor Escribidor?-
El Escribidor, molesto, optó por volver a ser solamente una oreja que escucha y dos manos que escriben para terminar pronto: su hora de almuerzo había pasado hacía bastante.
-Esa energía -continuó “Pa”- también abastece la Planta y si encima contamos con hidrógeno barato para reemplazar parte de la nafta y el gas domiciliario...¡salvados!- se entusiasmó.
Imprimiendo un tono más confidencial a su voz continuó:
-Pero también hay quienes malician un negociado. Se cuentan algunas cosas feas que esta gente de la Asociación hizo en Necochea...y vos sabés que cuando el río suena...
-Hidrógeno dos, oxígeno lleva -concluyó la frase “Ma” desde la cocina, ante la evidente cara de disgusto del Escribidor, quien ya se imagina acosado por un par de sicarios “del poder”; que le van a menudear palos sobro su lomo de escriba.
-Si, hidrógeno dos, oxígeno lleva -aceptó “Pa” agregando- Esperemos que sean solo habladurías. Pero aún así deberían ser investigadas por las autoridades, porque de ser cierto lo que se habla sobre Necochea, significa que el pueblo de Pico Truncado y de Santa Cruz en general, corre el riesgo de ser defraudado por un grupejo que sólo busca su beneficio personal a toda costa.
-A propósito de “a toda costa” -dijo “Ma” abandonando la cocina- Te dije que estuve leyendo algunos artículos en tus archivos y me detuve especialmente en lo sucedido hace años en Río Tercero, donde para ocultar una venta ilegal de armas, hicieron volar un arsenal del ejército que mató personas y destruyó buena parte del pueblo.
Apretándose contra “Pa”, continuó, ante el evidente disgusto del Escribidor, a quien oprimir cada tecla de su Olivetti parecía costarle lo mismo que mover una pirámide egipcia, continuó diciendo:
-Esa fue la idea que se me cruzó: en Río Tercero, para intentar tapar todos los negociados, no hesitaron en hacer casi volar todo el pueblo y...
-¡Cruz diablo señora!- gritó el Escribidor mientras se ponía de pié de un salto, haciendo caer su Olivetti de la pequeña mesa en que estaba trabajando.
-¡Cruz diablo!- repitió. Y negándose totalmente a continuar escribiendo, se marchó a las apuradas de esa casa a ver si encontraba antes del fin de su horario de trabajo, otra casa donde se hablara de historias que no lo comprometieran a él. Que se yo, algo que tuviera que ver con paisajes y ríos y lagos patagónicos, con lunas y estrellas (¡ojo!, estrellas que no tengan hidrógeno).
(Cualquier parecido con la realidad...no es casualidad. Y ya lo asevera la cosmogonía hotentote/diaguito/lusitana: “Las historias que no son contadas, tienen el mal hábito de concretarse como realidades”...y ésta, como acabamos de ver, jamás fue terminada de escribir porque el Escribidor se fue enojado de la casa de “Ellos”).



miércoles

El vestido

.......................(1)...................


...Quizá presintió que morirse de a poco no le iba a convenir...y recibió las dos perdigonadas en la espalda casi en un solo sacudón...
¿De dónde venían?: nunca lo supo
¿Quién disparó?: una fracción de eternidad antes de morir posiblemente lo intuyó,...pero no pudo saber que estaba errado porque antes de confirmarlo solo fue carne muerta tirada en el callejón.
Había bebido toda la tarde el vino espeso y pendenciero del quilombo mientras jugueteaba con su reloj y los pechos de una galleguita devenida a puta en la isla maciel y en barrendera del salón cuando los clientes no aparecían....en un tiempo supo ser la preferida del Américo...pero ahora ya eso pasó, ahora era una más de las que trabajaban para él, una más del montón.

¿Para que privarse de tomar el vino entrador y pendenciero del quilombo?...total....era casi el dueño...la mayoría de las pupilas le tenían que rendir su parte a él...¿Para que estar fresco pudiendo estar mamado..?,¿para que preocuparse de la calor o de la inundación...?
................(2)......................
Buscaba a su niña..., ella era maestra en el Dock. El Américo la vió entrar decidida buscando a su niña de ella...a su niña más querida. En realidad era su alumna, pero le gustaba llamarlos sus hijos....
Le habían comentado que el Américo la convenció después de enamorarla con bagatelas...
El Américo le vino con la historia de que precisaba unos pesos para casarse con ella...que iba a ser solo un tiempo...que como la fábrica había cerrado...solo quedaba ese trabajo.....que no le gustaba que su novia, la futura madre de sus hijos lo hiciera, pero era solo un tiempo...después se iban a mudar al sur...allá donde las distancias ponen olvidos en cada acción mala que pudimos cometer....allá donde el olvido se iba a transformar en amor del Americo hacia ella..
-Si mi amor...¿de dónde vas a sacar la plata para ayudarme a que compremos las cosas para casarnos y mudarnos al sur?. La tejeduría cerró y plata pal bondi para que trabajes de sierva en la recoleta no tenemos.
Puta.....si...pero no puta por la diversión o para comprarse algunas pilchas como las que ve en las revistas
Puta por ayudar a su amado, al Américo, a su amor
El Américo necesitaba dinero para poder casarse con ella...ella por un tiempito (¿lo mediría con el reloj del Américo?)...solo por un tiempito...hasta que la fábrica reabriera...bueno...era solo por amor.
Y ahí llego la señorita Amalia con su vestido manchado por el polvo del pizarrón...vino a buscar a su niña...a su niña mejor, la más querida...la que se hizo puta por amor.
...................(3)....................

El Américo la prepoteó de entrada nomás:
-Doña, vuélvase a su escuela que este no es lugar pa´una dama como usté...- dijo simulando respeto
-A no ser que quiera dejar de serlo- añadió con sorna
-Me vengo a llevar a Martha-, dijo...y había decisión en las palabras de la maestrita del Dock.
-Y que no! andate de acá-
-Quíteme las manos de encima, ladrón de pacotilla, cafisho..-, comienza a aparecer el temor.
-Ya que viniste hasta el quilombo, vas a aprender como tratamos a las damas acá...maestrita del Dock-
Y las risas...
Y el empujón para el amoblado del fondo...
Y un "ayudenme, por favor" mezclado con vanos intentos de defenderse, que nadie escucha porque el Américo es el patrón del barrio, el que más minas tiene trabajando para él, el que se ufana de algunas muertes con sabor al metal de su facón.
Pero no...no es tan así...alguien se compadeció de la maestrita y avisó a la policía...quiza la galleguita, harta de ser barrendera y prestar sus pechos al manoseo de ese cabrón...si...quizá ella...pero nunca se supo quien...alguien o algo...o nadie...o todos...o solo el rumor del viento...o las aguas negras y barrosas de la inundación...
Algo se compadeció de la maestra que venía por su niña más querida...por su alumna mejor.

....................(5)...................

Golpes y violación en el amueblado.
Puñetazos.
Gritos de dolor.
El vestido que resistió hasta ese tirón.
Cayeron las defensas.
Silencios en las miradas que gritan:
"-Mi niña, ayudame mi niña, que vine por vos-"
Otros ojos que silenciosos responden con respeto y temor: "-Maestra, yo lo amo...se hubiera quedado usté con el pizarrón y yo con el Américo, lo amo maestra, entiendalo-"
Otro ruego silencioso
"-Mi niña...mi niña más querida, ayudame, por favor..., me está matando-"
Un grito:
-No hubiera venido maestra, es bueno y me quiere...yo me quedo, maestra...vuélvase en cuanto pueda a su pizarrón-

....................................................

Silbatos y ruidos de cascos por el empedrado de la isla...
-Rajate Americo, que viene los taqueros, rajate-
-Levantate reventada, levantate que no te pegue como pa´que te mueras, levantate y volá de acá-
Nada...
Nada...solo unos ojos muertos aun pidiendo ayuda a su niña...por favor.
Ojos muertos de asco...
Ojos muertos de pena...
Ojos muertos de dolor.
Ojos muertos de abstinencia de tiza y de pizarrón

...............................................

-Ponete el vestido de esa yegua y rajá por el fondo Americo....la mataste cabrón..-
Es la voz de la madama que lo apura a escapar
.....................(6)...................

-Todavía se corre la voz por la Isla Maciel que fueron dos perdigonadas disparadas por un traidor, alguien que de seguro odiaba al Americo.-
-Hoy te cuento, ¡pero cuidadito, eh!...te lo digo solo a vos: fueron el mirar celoso de dos ojos de niña, que mientras disparaban muerte, irradiaban amor...-

Estrellas

(A MODO DE EXPLICACIÓN: Cuando tenía alrededor de 52 años, me encontré por las calles de Caballito a quien fuera mi noviecita cuando ambos teníamos 14 años. No nos veíamos desde hacía más de 35 años. Ella me reconoció, yo jamás podría haberlo hecho, pese a que hacía unos días apenas me había estado preguntando qué habrá sido de ella. En cambio sentí tal shock que apenas llegué a mi casa me puse a escribir de un tirón, lo que sin correcciones está a continuación. Se que un escritor, salvo que escriba su autobiografía, no debe ser autobiográfico, pero bueno, aquí está)

De las noches que pasamos en vela atendiendo el pausado transcurrir de las estrellas sobre el negro manto del cielo, no se tienen registros en los archivos de los hombres.

Distinto sucede con esas mismas estrellas que mucho recuerdan habernos visto ya sea en el frio glacial del invierno como disfrutando de ellas en la suavidad de la primavera.

Si se tuviera en cuenta el tiempo pasado mirando cielos diversos para medir el desarrollo de nuestros desvelos, éstos alcanzarían niveles universales. Nos hemos despertado entumecidos por el duro suelo y doloridos por los guijarros sueltos en innumerables ocasiones, hemos temblado de frío en incontables otoños; espantamos mosquitos hasta que ya cansados de hacerlo, los dejamos hartarse a destajo, con nuestra sangre en aquellas noches de veranos en que la pesadez del clima presagiaba inminentes tormentas.

Las estrellas son testigos de todo ello y de mucho más. No quiero relatar la noche en que abrazados y enamorados del cielo, caímos en la cuenta repentinamente en que también estábamos enamorados de nosotros -uno del otro- y el amor nos llevó a amarnos bajo nuestras queridas y, afortunadamente, imperturbables amigas.

La infatigable búsqueda de supuestos viajeros de otros planetas también nos consumió abundantes horas nocturnas, porque pensábamos que un amor tan grande como el nuestro, debía tener necesariamente su imagen especular en los confines del universo y ansiábamos conocer a nuestros pares del otro lado del cielo.

Dudo que haya alguien que al levantar la vista en una noche estrellada y detenerse a mirar no se pregunte ¿quién hizo todo eso?, ¿dónde termina?, ¿por qué estamos acá?

Me cuesta concebir que una persona, al menos una vez en su vida, mirando el cielo nocturno no se haya hecho las preguntas elementales: ¿qué somos?; ¿de dónde venimos?; ¿dónde partiremos?...aunque después se haya sumergido nuevamente en la vorágine de la vida y se haya olvidado de las estrellas, las preguntas y sus ansias de saber...

Hoy se supone que somos más inteligentes, despiertos y avisados que hace, por ejemplo, 20 mil años. Pero fueron los hombres de entonces - y los anteriores- que iniciaron con sus dudas y temores todo lo que hoy llamamos saber y que no es más que la natural curiosidad que cobijamos desde el día que por primera vez alguien -un pitecántropo, un neardenthal- levantó la vista y se quedó entre sorprendido e hipnotizado con el espectáculo que las estrellas le brindaron.

Cuando se le pasó ese estupor inicial, y si ya tenía, por el momento cubiertos sus necesidades básicas (comida, abrigo,...), seguramente se preguntó ¿que es todo eso?, ¿qué hace allá arriba?, ¿quién lo había puesto y para qué? y quizá, ¿qué provecho podría él sacar de todo eso?, ya sea pidiéndole protección o consuelo.

Nosotros, amantes descendientes directos de aquellos amantes eternos, simplemente nos extasiábamos viéndolas y le pedíamos que sean discretas con nuestras cuitas y desmesuras amatorias.

El Tren

El tren hace su peregrinación desde siempre. Nunca nadie pudo decir con certeza cuál fue su lugar de origen, aunque casi todos los que lo ocupaban (por no decir todos), hacen sesudas especulaciones sobre él.

De más está decir que cada uno de los viajeros cree saber cuál es el destino, pero como hay tantos pasajeros y había habido -en el transcurso de las edades- muchísimos más, este destino manifiesto siempre desató impresionantes campañas, batallas y guerras para imponer la verdad de cada sector sobre las mentiras del otro.

Durante décadas se supo, fehacientemente, que el lugar de destino era tal o cual y después de algunas batallas, se estableció que antes habían estado equivocados y que en realidad el destino es otro, a veces diametralmente opuesto.


Incluso, hubo algunas épocas en que se formaron corrientes de librepensadores que decían que el lugar de llegada no era lo importante, sino que el proyecto consiste simplemente en disfrutar del viaje, observar el paisaje y llegado el momento, disolverse en la nada de las vías pasadas, algo que por supuesto aquellos que sabemos la verdad rechazamos como una burda herejía.

Huelga decir que siempre hubo diferentes categorías de pasajeros. Estan los que viajan cómodamente sentados y aquellos que deben soportar todo el viaje de pie, pero en el preciso momento en que sucedió lo que vamos a relatar, se había logrado una especie de equilibrio y no había grandes movimientos precursores de ésta o de aquella otra doctrina ni grandes diferencias de comodidades.

La mayoría de los nuevos viajeros, casi no perdían tiempo en especulaciones, pero tampoco se dedicaban a extasiarse con los paisajes. Es más algunos ya creían que habían llegado al destino final, o que este se encontraba muy próximo y que por ende casi nada importaba.
Pero cada tanto, surgía un innovador que abandonaba la posición en la cual se encontraba (parado o cómodamente sentado) y, digamos por ejemplo, se sentaba en el piso. Esto provocaba en el resto de los pasajeros cercanos a él la conmoción que ocasionan las actitudes distintas a las normales.

Se iniciaban discusiones sobre lo revolucionario que era esa nueva postura, sobre las connotaciones que podría llevar implícito ese acto (buenas o malas, ya dijimos que había muchos pasajeros y muchas opiniones diversas), e incluso surgían algunos otros que lo imitaban. Cuando ya los imitadores no eran muchos y se vislumbraba que la cosa no daba para más; que las supuestas implicancias (buenas o malas) no eran significantes para nada y algunos de los imitadores comenzaban a volver a sus lugares, aparecía alguien más “osado” que el anterior y, por ejemplo, se acostaba sobre el piso.

Entre los previsibles oh... y ah... de admiración y de reprobación, por supuesto la historia volvía a repetirse y hete aquí que nuevamente se iniciaban las discusiones y los corrillos y aparecían los admiradores y, finalmente todo se diluía en la nada y cuando eso estaba por suceder, a algún otro se le ocurría sentarse o acostarse en el portaequipajes o salir del vagón hacia el pasillo que lo conecta con el siguiente o el anterior y proclamar que con ello se lograba la finalidad que se había buscado al iniciarse el eterno viaje o que eso era lo verdaderamente definitivo que llevaría a hacer conocer cuál era el punto de llegada. Pero finalmente todo terminaba apagándose en la apatía general, incluso de quienes habían promovido el movimiento.

Cierto día a uno de estos reformistas se le ocurrió instalarse en el techo, del lado de afuera del vagón y muchos, muchísimos de los pasajeros creyeron que eso era el summum e imperó durante cierto tiempo la moda de permitirse viajar en el techo, a la intemperie, digamos una especie de vuelta a la naturaleza.

Y suponemos que la cosa iba a seguir así por el resto del viaje, hasta que llegó aquel otro loco, aquel visionario que decidió que lo realmente novedoso era arrojarse del tren, era terminar el viaje donde cada uno quisiera. Por supuesto, la idea prendió en amplísimos sectores de pasajeros y éstos, alegremente, comenzaron a arrojarse del tren, pero dado la velocidad que el convoy llevaba, muy pocos sobrevivían a la caída (hubo encuestas diferentes. Algunas llevaban esa cifra a 1 de cada 68 otras a 1 de cada 2.376, nosotros preferimos pensar 1 en 100. Es una cifra más prolija)

Creemos -queremos creer- que quizá, con algunos millones de kilómetros más de viaje, a alguno de los que se tiró del tren y sobrevivió (uno solo entre cien), se le ocurrió que el destino no está en llegar a algún lado, sino solamente en viajar en forma consciente de lo que uno está haciendo -sea lo que sea- e intentó subirse nuevamente al tren.

Según encuestas y datos que tenemos guardados, uno entre 300 lo intentará. Y de éstos uno entre 5000 lo va a conseguir. Y cuando lo hagan, muy pocos de ellos, quizá uno o dos entre varios millones, no se sienta tan superior al resto del pasaje como para comenzar a predicar que él tiene la verdad, la única verdad que es necesario conocer para comprender la finalidad única y absoluta del viaje.

Ese hombre que un día se arrojó del tren, sobrevivió, volvió a subirse al tren nuevamente sobreviviendo al intento; ese hombre que es uno entre varios millones (o miles de millones, todavía no hemos hecho el cálculo), que es mucho más sabio que los demás (aparte de gozar de una buena suerte estupenda), cuando se encontró nuevamente en su vagón, sencillamente volvió a ocupar el puesto que anteriormente tenía, que si bien era el mismo puesto, él en su interior ya no era ni podría ser el mismo nunca jamás.

Y eso le valía.

Cuento Rojo

En la fábrica



Soñamos con ser torre y desde el punto más alto de la ciudad espiar hacia las dos inmensidades que nos rodean: al oriente, el desierto, salvaje, ardiente, rojo, insalvable; y hacia el occidente al mar, que se expande fresco, verde, tumultuoso, infinito.

Sabemos que algún día lo haremos...Sabemos que es nuestro destino.

Lo supimos desde nuestra dolorosa creación, que fue un verdadero parto.

Primero las yeguas –efímeros molinos de tracción a sangre- nos pisotearon para mezclar el barro primordial del cual estamos formados con la paja que nos alimentó y nos fortaleció.

Luego Rosa y su esposo Jacinto moldearon prolijamente a cientos de nosotros y nos dejaron endurecer bajo el ardiente sol de la llanura.

Fuimos, finalmente, purificados por el fuego -robado a las entrañas de ese sol- en un templo de barro construido sobre nosotros que Rosa y Jacinto llamaron “Horno”.

Con este bautismo de fuego nos hicimos más duros, más secos, un poco más diferenciados unos de otros (no mucho, convengamos) y adquirimos este deseado tono rojizo que queremos lucir, orgullosos, en la cima de la ciudad.

Hoy cuando nos vengan a buscar en un camión vamos a dar otro paso hacia nuestro glorioso destino de contemplación de coloridos amaneceres y desgarradores ocasos.

Conque uno solo de los diez mil que somos, esté expuesto a esa gloria, la gloria se transmitirá a todos nosotros, así seamos parte de un sótano.

Estamos trémulos de emoción.



En el corralón

-Che Julio. Andá al horno de Jacinto a buscar esos diez mil ladrillos que terminó de cocinar la otra semana y lleváselos urgente al molino de Sandivar que tiene un pedido de polvo para unas canchas de tenis. ¡Apurate che que los quiere mañana!

domingo

Bogas

Asociación: Soc. Grupo de personas formado para realizar un fin común. Biol. Relación entre dos organismos que conviven con o sin beneficio mutuo. En el primer caso se habla de simbiosis y en el segundo la relación recibe diferentes nombres (comensalismo, inquilinismo, parasitismo, etc.).
Diccionario Enciclopédico UNO Ed. Nuevo Océano. Pág. 147 Barcelona, España. 2007

Aquella tarde en que, desafiándonos entramos con Dany al ciber, hacía justo una semana que ambos, mirando pasar chicas, sentados en la vereda de una heladería de Rivadavia, frente al Shopping, discutíamos sobre la honorabilidad de los abogados, charla ésta que Dany remató diciendo:

-Si man, sabemos que hay “bogas” buenos, decentes, pero también sabemos que entre las leyes y los tribunales hay un sinfín de vericuetos, de cañerías rotas, de pasadizos, de cloacas que es donde medran los ratas de albañal…y esos dan mala fama a toda la profesión.

Si bien me sonó a frase dicha muchas veces, la juzgué bastante cercana a la verdad y la acepté como final de la discusión, dado que en ese momento comenzó a salir la gente del cine y, acomodando mi helado en la mano derecha, me puse a mirar las chicas del barrio que paseaban -radiantes- junto a nosotros.
El desafío con Dany era al go, al ajedrez o al backgamon y por supuesto Dany, gritón como es, fue escuchado por Yri, el dueño del ciber, un abogado que no ejerce, ex militante de la extrema derecha peronista, del C.de O. más precisamente, con vozarrón de marino y ojos de mirar helado, cuya piel muy blanca, casi cerúlea, le daba el aspecto de enfermo, a quien no le copa que lo llamen por el apellido completo porque dice que no quiere que lo confundan con el ex presidente radical, con quien coincidía en la profesión y en el barrio de nacimiento –Balvanera-. Yri, nos recibió detrás de su mostrador diciéndonos a guisa de saludo

-Si juegan backgamon, van a tener que pagarme a mi.

-No Yri –le respondió Dany- virtual no. Tenemos un tablero de cartón y jugamos sobre la mesa.

Yo que cada tanto iba al ciber de Yri, sabía que éste y algunos amigos suyos –por favor, no me incluyan en esa lista- siempre hablaban de formar tal o cual Asociación, o sea, que me la vi venir…

-Igual me garpan. –dijo Yri- Soy el presidente, o lo era porque dejé caer la personería, de la Asociación Argentina de Backgamon. Cuando alguien juega, debería pagarme a mi, ¿vieron?, como cuando pasan música por radio que tienen que pagarle a SADAIC.

Dany, sin entender mucho como venia la mano, se rió y le contestó.

-Ah bueno Yri, mandame la cuenta a casa por correo. Por OCA simple mejor, así demora más.

Aprovechando este pie dado por Dany, Yri acomodó los codos sobre el escritorio y nos contó que él, siempre, está atento a las modas, a las tendencias y cuando ve que alguna se va a desarrollar destacadamente, enseguida arma la “asociación”.

-Leía, hace unos años –siguió- comentarios sobre el Backgamon y veía a mis amigos locos por aprenderlo y jugarlo.

Haciendo una pausa para guiñarnos un ojo, prosiguió:

-Ésta es la mía –sonrió, y yo recuerdo haber visto un hilillo de baba cayendo por la comisura de sus labios (memoria creativa la que tengo…).

-Me junté con diez amigos piratones, pusimos cada uno cincuenta pesos y formamos la Asociación Amigos del Backgamon –finalizó la idea.

Notaba que Dany seguía muy interesado, y yo, para hacerle pata, me quedé.

-Claro, para desarrollar el deporte del Backgamon- preguntó Dany

-Si...je, más o menos...je.

Hubo un segundo de vacilación que preanunciaba tanto el fin de la charla, como su profundización, en el cual casi aprovecho para irme, pero Yri tomó impulso y decidido, siguió, ya en voz más baja:

-Veo que onda se viene y me presento al Juez con un escrito donde pido se me otorgue la personería jurídica de la asociación que regula tal o cual actividad. –levantando la voz agregó- Eso si, tenés que buscar alguna cooperadora de hospital, o cuartel de bomberos, o comedor de chicos, a quienes donarle parte de las ganancias. Eso te asegura que te den la personería, sin bien son sociedad sin fines de lucro, esto es condición “sine qua non”.

Mientras nos endosaba su latinazgo, le cobraba a dos clientes que se retiraban, terminado lo cual siguió diciendo:

-Después de algunos trámites, nos dieron la personería de la Asociación Argentina de Backgamon y la dejamos ahí…quietita, sin decir nada a nadie- dijo mientras se ponía firme, cruzaba los brazos y cerraba los ojos, como quien se esconde dentro de sí mismo.

-Un buen día vemos en los diarios que el Hotel Bauen iba a organizar un torneo de Backgamon a lo grande –siguió- Mis amigos piratones, comenzaron a llamarme para que les fuera a cobrar los derechos, dado que yo era el presidente de la asociación-

Un cliente entra…Yri le adjudica una máquina y poniéndose el índice sobre los labios, sonriendo con malicia, sigue:

-Shhh, chito, les dije. Aun faltan como 15 días para el torneo. Dejémoslo que sigan con la publicidad y después vamos.

-¡Ah cuervo piola! –exclamó Dany palmeándole el brazo- así no se pueden volver atrás.

-Eso…El caso es que faltando 2 días para el torneo, les caemos por el hotel, que aún no estaba a cargo de los empleados, zurdos de mierda que quieren robar a quienes les dan trabajo, y les dijimos: “Somos de la AAB y venimos a cobrar los derechos por el torneo que van a realizar pasado mañana” –habló impostando la voz como si se estuviera en ese momento dirigiéndose al gerente del Bauen.

Yo observaba con extrañeza como Dany se reía y festejaba todo lo que este pirata contaba, pero después me aclaró que lo hacía para empujar a Yri a que continuara contándonos.

-¡El quilombo que se armó papá! –dijo satisfecho- ¡Nadie sabía que debían pagar para organizar un torneo de backgamon!. Se consultaron entre ellos, consultaron a los abogados. Éstos vinieron rajando, les presentamos los documentos, hicieron averiguaciones y dijeron que sí, que se debían pagar. Imaginate, con toda la publicidad hecha, con decenas de inscriptos, y nosotros pidiéndoles $ 20.000 y el 20% de las consumiciones por los derechos-

-¿Y qué pasó?- pregunté yo medio asqueadito.

-Y…Puteaban como carreros, decían que cancelaban todo, que era un atropello, que listo, que ya estaba. Nosotros chito. Sabíamos que no podían cancelar. Que habían gastado mucho en publicidad y que venía gente de lugares lejanos para el torneo, incluso de afuera.

-¿Y?- pregunté nuevamente

-Finalmente –dijo con aire aún más triunfal- transaron por $ 15.000 y el 10% del bar. ¡Una pálida!. Me tuve que quedar todo el torneo parado junto a la caja registradora, pero tenía que asegurarme que esos sinvergüenzas no me garcaran ni un peso!

-Y…si –agregó Dany- no es cuestión de dejarse afanar.

Un cliente más que se iba y Dany preguntó:

-Y en los demás torneos hicieron lo mismo?

-No…no hubo más torneos de backgamon, al menos a ese nivel, mientras nosotros éramos dueños de la asociación. Te imaginás que ir a cobrarle cincuenta pesos a los viejos del Club Social y Esportivo “Juventud de Villa Dominico”, no era negocio para nosotros. Quizá los del Bauen hayan hecho correr la voz. No se. –y poniendo cara de compungido terminó- El caso es que ahora casi no encontrás jugadores de backgamon y menos aún torneos así, grandes, muy publicitados…por eso dejé caer la personería de la AAB.

-Y…si, son modas –dictaminó Dany- surge un deporte nuevo, tiene un momento de gloria y decae.

Yo, medio con el odio que me había causado toda esta historia, pregunté:

-¿No habrá caído porque la AAB y vos querían exprimir a quienes organizaban torneos?

Yri se alejó un poco para atrás del mostrador como para medirme mejor, y sonriendo con dureza, me preguntó:

-Che, ¿vos no serás zurdito….no?

Dany, para evitar la carajeada o la agarrada a tortas, me arrastró del brazo fuera del ciber, invitándome a tomar un café a la pizzería de la otra esquina, mientras miramos la gente bajar del tren.

Lindas minitas vienen desde el oeste por el Sarmiento…

Parasitismo: Biol. Fenómeno de relación entre organismos de diferentes especies, en el cual, uno de ellos se beneficia directamente del otro, que no obtiene ninguna ventaja de esta asociación…Se distinguen dos clases de parásitos: 1) comensales, que no atacan directamente a la presa, sino que se benefician de sus sustancias alimenticias o sus secreciones…perjudiciales cuando agotan el alimento del huésped y éste muere de inanición 2) patógenos, cuya actuación sobre el huésped es de forma directa nutriéndose de sus tejidos…

Diccionario Enciclopédico UNO Ed. Nuevo Océano. Pág. 147 Barcelona, España.